Viviría siempre
entre sus brazos esquivos,
(aquellos)
que agitaron mi sangre
detrás de una ceguera.
El tiempo y su ausencia,
devoran sin reparo
la mañana
y el recuerdo de su mano en mi mejilla
sostiene una lágrima perpetua.
Si hasta el sauce llora su silencio.
Y aunque el mañana venga,
sé que lo he perdido.
Ayer fui ,
y hoy,
aún no he nacido.