domingo, 31 de mayo de 2009

Eternidad

Edades varias arrojan
cascadas de sombras sin nombre
que la historia guarda, celosa y muda.

Se van las letras, quedan los idiomas
se pierden amores, las almas con ellos
y sólo el deseo se anima otra vez...

Amanece

Una luz tímida barre hasta los rincones más oscuros. Se lleva sin permiso la quietud de las angustias, la intimidad de las lágrimas y deja algún vestigio de caprichosa soledad.
Se aceptan los colores que la noche no admite, se dibujan las siluetas que aquella desconoce, se recitan los sonidos que en la noche no se versan.
Las musas se despiden y los duendes escapan; el hechizo se deshilvana, puntada a puntada.
Es la hora sin hora, la que reune al día, indeciso, con la noche que aún no dijo hasta mañana.

Aquel atardecer

Pendiente de un hilo, como el último ardor del sol que huye tras curvas extranjeras, así me sentí cuando tus manos se llevaron mi tiempo y mi deseo.
Fue un instante, tan rojo, tan intenso, como el segundo en que el horizonte devora las brasas del día y la noche quema, tan helada, tan oscura.
Aquel adiós sin despedida fue como un atardecer que olvida la calidez de su promesa, confinando al poniente a un eterno destierro...ya no habrá soles que amanezcan, ni mañanas a tu abrigo.

domingo, 10 de mayo de 2009

Los miedos

El hacha insiste
golpeando la piedra
que avanza
con su estela de fracasos.

Esa,
que consume esfuerzos
desgrana ideas
y roe voluntades.

Aquel,
hierro inútil
que carcome su filo
con furia imprecisa
y desacertada.

Si tan sólo un golpe
de metal esbelto
acierte la soga,

se desprende la roca,
y caerán los miedos.

Sola en el mar

Por primera vez, ante la inutilidad de mi cuerpo agotado de patalear sin destino, tomo conciencia de esta estéril fisiología.
Hoy, podría ser sólo pulmones y corazón, para encontrarme en este patético estado, donde el arriba y el abajo pierden su objeto, donde los puntos cardinales se anillan en una eterna circunferencia de puntos indistintos e inservibles.
¿De qué sirve el marrón de mis ojos (aún si fueran verdes, celestes o grises) en este similitud de horizontes que caen sin la esperanza de toparse con obstáculo alguno?
Los oídos se emborrachan de viento y del baile monocorde de las olas, privados de mínimo tono, del sonido de una letra, y hasta de mi respiración.
No hay tiempo ( y para qué sirviera), ni distancia, ni dueño de luces o sombras, ni agua ni tierra...ni dentro ni fuera...
Soy parte de una molécula de agua, que, como tantas, se va a evaporar.