El pacto de sangre
trasciende el devenir biológico, fruto del amor que se ciñe a dos personas y que
no está obligado a extenderse en la eternidad de una genealogía.
Los lazos de un verdadero
amor se construyen, y cada persona, tiene el derecho a elegir los materiales, a
determinar el tiempo, la calidad y la calidez que decida invertir en cada lazo.
Y éstos, podrán coincidir o no con una línea biológica, afirmando que lo
importante no es la sangre, sino el sentimiento.
El espíritu sabio y sereno
distingue con claridad el terreno que responde del terreno inadecuado.
Acepta con la certeza de
la variedad, rica y abundante, a aquel que no se siente cómodo y lo separa para
evitar el mutuo daño, sin lastimar ni lastimarse, porque sabe que somos mucho
más valiosos que una mirada esquiva, que una mano que se niega, que un corazón
que nos cela, o una intención que nos utiliza.
Sostiene los lazos
fecundos que lo aferran a la vida . Los
demás…los suelta.