martes, 22 de marzo de 2016

Demolición, n° 14

El golpe de la maza interrumpe como el silencio de una corchea las notas de la sonata de Beethoven. Cada acorde parece acompañar a la nube de polvo que asciende ante la caída de un trozo de ladrillo, de yeso, de historia.
El latido del corazón se hace parte de la orquesta. Duele.
La pintura descascarada que se derrumba llora en su agonía aquel beso escandaloso que le robó un amante a la niña de la casa, y el revoque agrietado enjuga las lágrimas del chiquillo que escapó de los gritos de su padre, hallando cobijo en aquel cuarto lejano donde las herramientas y los murciélagos hacían su morada.
Las tejas desorientadas, se arrancaron, cayendo las vestiduras de ese lugar, donde los secretos se escondían tras el velo sublime de los misterios, olvidados tras el silencio del tiempo, abrigados por telarañas sutiles, enceguecidos hoy por la luz despiadada de la desnudez.  
Tiemblan las raíces cercanas, vibra la savia que sintió la vida agitarse en ese espacio cerrado, que con cada golpe se hace polvo que viaja…sin saber adónde.
Se deshacen las huellas de los cuerpos, de aquellos olvidados bajo las tumbas.
Tras el concierto, se lleva el sol la última nota, y la maza descansa, como la tecla del piano en silencio.

Todo se calla…¿quién robó los recuerdos?

1 comentario:

ECLIPSE dijo...

Todo lo que he leído aquí guarda gran belleza poética. No sos nada sencilla de leer, si me permitís la observación.
Tu estilo no es algo que leés y que te cale en la primera lectura…
Hay que leer, releer, saborear despacio, volver a empezar... y dejar que vaya reposando, decantando para sacarle todo el jugo.
Sos profunda, muy profunda.
Todo lo que he leído tiene un hermetismo con muchos códigos ocultos que hay que descifrar, y acompañado de tanta belleza, de tantas imágenes evocadoras… me gusta mucho.