sábado, 18 de enero de 2025

Siete de la tarde...

...es hora de entornar las persianas, ayer igual que hoy, hoy, como mañana. El piso brilla sin esfuerzo, el escritorio mudo y los almohadones del sillón sin marcas. Las sillas en su lugar.

Hoy, igual que ayer, el aperitivo a la hora y en el vaso tantas veces servido, no hay ruido de cristales besándose en un brindis.

Así cada tarde, en el más rotundo de los silencios.

La revista de crucigramas cerrada y el lápiz que ya no se desgasta, el sacapuntas aburrido y la goma de borrar entumecida.

Tantas cosas ya no son tocadas, tampoco la piel.

La almohada en la cama no se deforma con el roce de la siesta y el señalador no avanza en el libro que está sobre la mesa de luz y nadie quiso mover.

Un sólo individual viste la mesa del desayuno, también la de la cena.

La noche es por demás oscura, como todas, hay que cerrar la puerta. La estrella más brillante es la única que se distingue frente a ella.  ¿Por qué te fuiste tan lejos?



Buenos Aires, 18 enero 2025


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