Poco a poco los días grises dejan de entrar en el ánimo esperando que sean diáfanos para poder sonreír.
Poco a poco, al internarnos en el propio devenir comprendemos que somos parte de todo, que nuestro todo es apenas una parte.
Poco a poco se borran los límites, y no se distingue al árbol, al aire, la nube, el pájaro, la rosa, al sol o al perro como entorno ajeno, sino como parte, junto a nosotros, con nosotros, del mismo todo que nos abarca.
Crecemos con el árbol y con él somos cobijo y alimento, el aire nos sostiene y somos soplo que se expande, lloramos con la nube, volamos con las aves, perfumamos con la rosa, el sol nos ilumina, entibia, y con él somos luz que abriga, somos fidelidad y cariño.
La oscuridad deja de ser miedo, gris la tristeza, alegre la primavera, o melancolía el invierno.
Ya no es el entorno el que modifica nuestra existencia, ni la circunstancia lo que la altera; somos parte del entorno y de cada circunstancia, somos parte de ese maravilloso todo que nos abarca.
Buenos Aires, 31 de julio de 2025