Vino el otoño y alejó las tormentas torrenciales que acecharon los últimos meses dejando charcos y lagos sobre siembras y cosechas. Trajo otros vientos que limpiaron el aire y aclararon el cielo.
De la mano de esta nitidez en la que cada color resalta nuevamente su tono, dejando atrás sus vestidos grises y húmedos, vinieron temperaturas más bajas, no tanto como las de invierno, pero convocan a los primeros fuegos en la salamandra, en el hogar, el brasero o el fogón, alrededor del cual girará el mate iluminado por el reflejo que irradia la leña ardiendo.
Mañanas de otoño, de sol tardío, de poncho y ruana, de hojas secas, postal de rojos y ocres.
Tardecitas otoñales, tempraneras, oscuridad que avanza sobre el cielo celeste de un día que se aleja en la antesala del invierno.
Noches otoñales, frescas, frías, noches de lumbre entibiando la soledad y su silencio, la charla amena de mates interminables, el plato que espera, o el pan partido.
Arde la olla, grita la pava, se corta el pan, se sirve el vino. Noche de otoño, de familia, de amigos, o de soledad fría.
Buenos Aires, 04 de junio 2025
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