Cuando el cielo se viste con su armadura metálica, el verde se intensifica y el césped se asemeja a un campo sembrado de esmeraldas.
Son tonos vibrantes, contundentes, subyugan y la mirada no puede dejar de admirarlos.
Sale la máquina de fotos y se dispara una y otra vez el obturador, se cambian parámetros, la ISO, la velocidad, la apertura del diafragma, es difícil plasmar con la mayor exactitud los colores del momento, la intensidad del instante.
Se escucha entonces un golpe fuerte sobre el techo de la galería. El dedo abandona el obturador y la mirada se eleva. Se repiten los golpes, cada vez más fuertes, no dejan silencios, hasta hacerse ensordecedores y obligar a resguardarse.
El granizo cubrió la superficie con violencia, arrancó flores, perforó hojas, venció arbustos.
Dejó tras de sí una caída de agua intensa y permanente que amainó recién bien entrada la noche.
¿ Qué será de los sembrados, de la huerta, de los azahares?
Hoy, se inicia la primavera...Suena apropiado el concierto de Vivaldi.
Los acordes devuelven la fe en la tierra.
Los Laureles, Saladillo, 21 de septiembre 2025
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