domingo, 27 de abril de 2025

Un día de bendiciones

 Son las ocho de la mañana y estoy tomando el desayuno de siempre: varias tazas de café sin leche y sin azúcar con dos tostadas untadas con queso crema común, o a veces ( pocas) con manteca.

Una mañana como siempre, o mejor dicho, como las últimas, las que empezaron hace seis meses cuando los dos individuales en la mesa se hicieron uno.

Miro por la ventana al árbol de palta resistiendo en la maceta y a la planta de margaritas echando hojas verdes en vistas de un invierno lerdo, para florecer en la próxima primavera.

Vuelvo los ojos a la taza y se me van al vacío; los cubro con los párpados y hago unas cuantas respiraciones profundas (tan profunda como me lo permita la fatiga). Busco relajarme e iniciar el día; un día por cierto incierto, sin plan ni cronograma, un día para ser sencillamente vivido.

Siempre me pregunto si es Dios, algún ángel, un espíritu travieso, el ser querido o la propia mente la que te habla de repente sin que pueda escuchar el entorno. " ¡Hoy será un día de bendiciones!" No pude más que sonreír y entusiasmarme ante semejante augurio, fuera quien fuera el anunciante. 

Me preparé para vivir el día de lleno, no sin antes intentar solicitar reparación de la línea telefónica sin tono, hacer las compras, concretar una visita con algún techista de los varios que tengo el contacto para evitar que se amplíen las goteras, ya que los baldes y trapos no alcanzan para más, y así abrir los brazos para recibir las bendiciones prometidas. En el afán de concretar todo, se hizo el mediodía y salí a comprar algo para almorzar. Grande fue mi sorpresa cuando la tarjeta con la que intento pagar dos tomates, un kilo de cebollas y un par de zanahorias es denegada ... imposible haber superado el límite de compra diario, busco el monedero, vacío.

El hambre tuvo que esperar y desvanecerse en función de averiguar, además de subsanar, el motivo por el cual la cuenta bancaria de la única jubilación que percibo está bloqueada. Todo un día atravesado por infinidad de comunicaciones con mensajes grabados, opciones que no coinciden con la consulta que necesito hacer, sin hablar de los mensajes por internet en los que solicito asesores que tengan voz y personalidad, oídos para escuchar y puedan conversar.

Así llega la tarde, luego la noche y sigo insistiendo sin respuesta ni resultado. El cansancio y el sueño me ganan.

Las ocho de la mañana me encuentran nuevamente tomando el desayuno de siempre, café sin azúcar ni leche, dos tostadas crujientes bajo el manto blanco del queso crema.

Miro por la ventana al árbol de palta queriendo salir de la maceta, a las hojas de la planta de margaritas  que crecen día a día,  y me pregunto cual es el significado de la palabra " bendición".

Ayer, lo que menos me sentí fue " bendecida", más bien, enojada, agotada, gastando mi tiempo en solucionar problemas que otros me generan... a dónde se fueron las bendiciones del día?

Sin que se escuche sonido en el entorno, algo me dice que vivir es una bendición. La bendición es vida, o la vida es una bendición. El resto, circunstancias.

Se hizo silencio, por dentro y por fuera, tardé un tiempo para cerrar los ojos, hacer unas respiraciones profundas, y agradecer.

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