miércoles, 15 de octubre de 2025

Si...

 Si fuera ayer...

qué cambiaría?

nada

si fuera mañana...

qué soñaría?

nada


si fuera hace un año...

te abrazaría más,

te besaría más,

te sentiría más en la piel...

más alegría, menos miedo, todo perdón...

hace un año todo era vida,

hace casi un año

todo calló...



Los laureles, Saladillo, 15 de octubre 2025


martes, 14 de octubre de 2025

Los duendes y yo

 Me miran, me espían, a veces sonríen, otras veces se dan vuelta como si no les importara, se esconden, juegan. Están en todas partes, aún si los percibo como si no. Me pregunto qué harán cuando duermo, si ellos también lo hacen; si se quedan en vigilia o si tienen un sueño que los vence. 

Cuando camino por el monte ellos sacuden las hojas de los árboles y me empujan cuando no veo el pozo; vuelven a trepar entre las ramas como vigías de mis andanzas, de mi risa o de mi llanto. Cuando cae la tarde  y me apoyo en la tranquera para ver el sol que se aleja tras los árboles hasta hacerse una delgada línea brillante, ellos están detrás mío, absortos también ante la belleza inevitable de cada atardecer.

Si preparo la cena, el almuerzo o el desayuno, se sientan a la mesa con su cabeza apoyada sobre las manos y me observan con la curiosidad de un niño imaginando travesuras; se ríen en silencio cuando se cae el pan, o me lloran los ojos picando cebolla o se me resbala el plato espumoso de detergente. Cuchichean de reojo cuando no encuentro la olla, o el cuchillo o los lentes. Son capaces de trepar a la mesa para embriagarse con el aroma del vino, o soplar la vela encendida cuando hay corte de luz. Aman corretear en la oscuridad y se divierten cuando tanteo los muebles para no tropezar.

Cuando no sé cómo hacer algo, ya sea reparar una cortina, cambiar un enchufe, elegir el clavo adecuado, usar una máquina de jardín, o conocer la herramienta precisa, ellos pacientemente observan, y soplan en mi oído las respuestas que no escucho ni entiendo, pero encuentro.

Son parte de una soledad que se niega a ser tristeza, me arropan cuando tiemblo ante el frío de una ausencia, recogen las lágrimas de un recuerdo, las juntan y las hacen riego para las rosas.

Si yo no estuviera, dónde estarían ellos? Sin ellos, tal vez yo sería un sueño y no existiera.

jueves, 2 de octubre de 2025

Imagen

Poco a poco las ramas desnudas comienzan a vestirse como sabiendo que amanece más temprano y se alargan las sombras al atardecer. Se va dibujando un encaje verde y tímido. El horizonte agudo del invierno se suaviza con un follaje que se abre hermanando paisajes.

Permanecen algunos charcos que resaltan con su brillo acuoso, y los que ya fueron bebidos por la tierra dejaron tras de sí una alfombra verde, frágil y tierna.

La brisa es fresca, tenue y envolvente, caricia del aire, abrazo de una ausencia.

Las flores del azurero se abren atrayendo abejas y perfumando la brisa; las golondrinas volvieron con su vuelo veloz y su peculiar canto en tanto van construyendo el nido en algún rincón protegido.

Chimangos y teros, horneros, chiflones y cotorras, zorzales y palomas, entre todos orquestan sus voces llenando de música el silencio. El viento sopla y da continuidad a las notas.

Mañana de campo y primavera.



Los laureles, Saladillo, 02 de octubre de 2025

Ella

Sentada en la reposera al sol, piensa en que así producirá la vitamina D  para la salud de sus huesos. De repente y con pausa inspira profundamente la brisa hasta sentir que el aire inunda todo su cuerpo, quita los pies de sus sandalias y los apoya en el césped. Percibe la suavidad del pasto recién cortado y se hunde como raíz en la tierra. Extiende su mirada hasta que sus ojos se hacen uno con el cielo puramente celeste, atravesando las hojas del roble prontas a abrigarla bajo su sombra.

Habrá transcurrido una hora o poco más.

En ese tiempo, los tres tiempos se hicieron uno,  presente,  origen y destino.

Todo se hizo en ella, y ella se  supo parte de un todo, antes ajeno.



Los laureles, Saladillo, 01 de octubre de 2025


martes, 23 de septiembre de 2025

Primavera

 Cuando el cielo se viste con su armadura metálica, el verde se intensifica y el césped se asemeja a un campo sembrado de esmeraldas.

Son tonos vibrantes, contundentes, subyugan y la mirada no puede dejar de admirarlos.

Sale la máquina de fotos y se dispara una y otra vez el obturador, se cambian parámetros, la ISO, la velocidad, la apertura del diafragma, es difícil plasmar con la mayor exactitud los colores del momento, la intensidad del instante.

Se escucha entonces un golpe fuerte sobre el techo de la galería. El dedo abandona el obturador y la mirada se eleva. Se repiten los golpes, cada vez más fuertes, no dejan silencios, hasta hacerse ensordecedores y obligar a resguardarse.

El granizo cubrió la superficie con violencia, arrancó flores, perforó hojas, venció arbustos.

Dejó tras de sí una caída de agua intensa y permanente que amainó recién bien entrada la noche.

¿ Qué será de los sembrados, de la huerta, de los azahares?

Hoy, se inicia la primavera...Suena apropiado el concierto de Vivaldi.

Los acordes devuelven la fe en la tierra.


Los Laureles, Saladillo, 21 de septiembre 2025

De hoy....y mañana

 Tormentas, viento, ráfagas que ahuyentan a la primavera tan deseada, El agua no cesa de caer...

Fueron tantas las súplicas en tiempo de sequía...no las olvidamos. Suplicamos con vehemencia la caída de lluvia porque ya no soportaba más la tierra reseca...suplicamos mientras continuamos agotando recursos, depredando y consumiendo sin medida... sequías e inundaciones son parte de los ciclos naturales, de la sabiduría ancestral del universo, los ciclos que la tierra sabe para sostener el equilibrio que mantiene la vida, ciclos que estamos alterando poniendo en peligro nuestra vida, la de todo ser vivo. 

Me asustan las consecuencias de nuestro estilo de vida vertiginoso, individual y desenfrenado.

Este mediodía, escuchando al viento, en un entorno pintado de gris y temiendo por la estabilidad de los árboles añosos, pongo en estas letras lo que siento.

Truena afuera, también adentro.



Los laurelkes, Saladillo, 20 septiembre 2025

jueves, 18 de septiembre de 2025

Al día siguiente

 Otro día gris. Se adelantó la lluvia, se posterga la plantación de los frutales y el corte del césped.

Temprano la mañana apenas permitió recoger algo de lechuga y un poco de acelga. Verdura fresca para una ensalada o una tortillita acompañando al mediodía que se va acercando.

Hace fuerza el sol y ya casi siendo las dos de la tarde el cielo se aclaró y la luz ahora toca cálida cada rincón, cada charco, cada hoja.

El tiempo permitió que llegaran las plantas nuevas. Aún esperan en sus macetas, llenas de azahares que perfuman la cercanía.. Los quinoteros trajeron de regalo un par de frutos de color intenso. Todo brilla y aromatiza el alma.

Agradezco a cada una y le doy la bienvenida. Les pido que sean generosas con sus frutos y confío en la tierra.

El perfume de los azahares me trajo nuevamente la imagen del sueño insistente del hombre de campera azul y gorra repartiendo frutas que su mujer acomodó en una canasta en la cocina que huele a naranjas y mermeladas.

La nostalgia se acurrucó junto a la gratitud.

Quedó muda la tarde, con su sol, sus flores y su esperanza.



Los laureles, Saladillo, 18 septiembre 2025

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Septiembre

 Húmeda la mañana pasa silenciosa entre el canto de chimangos y palomas lejanas. Florecidos ya los ciruelos, duraznos y damascos aparecen las brevas y se adivinan los brotes del manzano.

La huerta está verde de lechugas, acelgas, puerro y perejil, se asoman con fuerza los plantines de tomates, ajíes, zapallitos y maíz. Germinan los zapallos. 

Es el tiempo en que crece la espera de lo que fue trabajo arduo preparando la tierra y la siembra.

Es el tiempo del cuidado, de la admiración ante cada brote, de la lucha contra la maleza.

Es la primavera húmeda, también tiempo de recrear proyectos, sembrar nuevas plantas para en un futuro compartir cosechas...naranjas, pomelos, mandarinas, limones y quinoteros...

Tiempo de sanear ramas y hojas invadidas por intrusos oportunistas que amenazan la producción y la riqueza de una tierra en su permanente entrega.

Llega la tarde con una resolana triste, tan húmeda como la mañana; el césped y las hojas parecen lagrimear, encharcado uno, escapando de los hongos las otras.

La primavera lucha para instalarse en las tierras anegadas por las intensas lluvias que acecharon y las tormentas interminables... hasta los canales se estremecen cuando en ellos se refleja un cielo gris o les cae una llovizna presagiando nuevamente un temido desborde.

Pero aún así, florecen margaritas y lavandas, porque es el tiempo del brote, del crecimiento, de la espera para las nuevas cosechas.

Así en el alma como en la tierra.



Los laureles, Saladillo, 17 de septiembre 2025


Cumpleaños 70 Ramiro

 Esta poesía, la escribió una poeta, pero sobre todo amiga de Ramiro para el 13 de septiembre de 2025, fecha en que hubiera cumplido 70 años.

Prometí subirla para compartir ese mismo día, pero no pude...Hoy la comparto con todos los que quieran saber de Ramiro, un hombre sencillo y maravilloso, pero mejor, que sea Margarita Zubizarreta quien lo diga:


13/09/25 - 70 años de Ramiro - Entre invierno y primavera es existir...

Paso largo,

ágil,

compañero.

Siempre a tiempo,

siempre atento,

al servicio,

a la gauchada.

Tendiendo la mano,

solidario.

Feliz en la amistad sincera,

en el fogón,

el vino

y la guitarra.

Mateando temprano,

mano en el hombro.

La leña justa

arrimando a la rueda.

Ramiro sabe lo que falta

y lo que sobra.

Trabaja,

repara,

construye.

Sostiene.

Feliz en los viajes

y en los movimientos.

Feliz en el descanso,

hogar y refugio.

Sincero y sin dobleces.

Roble bueno.

Ramiro con nosotros,

nunca ausencia.


                                            Margarita Zubizarreta


Gracias también a Andrés Bertazzo, amigo saladillense, que la llevó al aire en su programa radial de los sábados (Síncopa)


martes, 26 de agosto de 2025

Farol

Hay un farol, sólo un farol sobre la pared borravino, ilumina poco, apenas a su alrededor la luz bordea su contorno; y sin embargo, brilla en la oscuridad.



Los laureles, Saladillo, 25 agosto 2025

domingo, 24 de agosto de 2025

Soy...

Soy luz,

alma, 

piel, 

y soy sueño...

Soy cielo,

aire,

tierra,

y lluvia...

Soy dolor,

caricia, 

amor,

 llanto y alegría...

Soy silencio,

canto,

suspiro,

aliento y melodía...

Soy todo, 

soy parte,

de un todo,

con todo, 

y con todos.



Los laureles, Saladillo, 11 de agosto de 2025








 

domingo, 10 de agosto de 2025

Sirio y el viejo

 Suenan los acordes de un violín mientras se despeja la niebla. El gato acurrucado entre las piernas levanta la cabeza, busca un mimo y vuelve a apoyarse sobre el brazo inmóvil del anciano. Sentado en su viejo sillón, algo vencido y de tapiz ajado, deja que su mirada celeste se pierda a través de la ventana. Sus manos descansan sobre el suave pelaje de Sirio que duerme en su regazo. Arrugadas por el tiempo, cada marca es una historia, una época, un trabajo, un sufrimiento, mil caricias que dibujan el mapa de su vida, sin papel, sin lápices de colores ni tinta. El sol, que por ahora es una línea breve y delgada en el horizonte, los ilumina  y apenas los abriga. Pasa un chimango, con su vuelo corta por la mitad el paisaje tan quieto y arranca con sus alas los pensamientos, vuelven los recuerdos y el anciano sonríe. Los acordes del violín callan, es hora del silencio, de la memoria, del adiós al horizonte, a la niebla, al sol que crece, y de viajar a las estrellas. Sirio levanta su cabeza, se acurruca, y viaja junto al viejo.



Los laureles, Saladillo, 10 de agosto 2025

La Juana

Tiene los ojos tan oscuros como su pelo. Apenas a la luz se adivinan escasas canas como para dar indicios sobre una edad incierta.

Su mirada brilla en el marco de su cara redonda, de mejillas llenas, risa ligera, algo estridente mientras sus manos gruesas empuñan el hacha, la azada o trabajan la masa que se hará pan caliente o torta frita si es que llueve.

Por las mañanas sale temprano a remover la tierra, quitar yuyos y malezas. Tiene semillas para cada época, se emociona ante los plantines y canta a viva voz en tiempo de cosecha. 

La cocina huele a dulces y conservas. Cuando el clima la acompaña, afuera de la casa la olla se tizna sobre la leña encendida dando consistencia y sabor al guiso o a un puchero.

Camina por el campo recogiendo hierbas. Prepara brebajes y mezclas para calmar dolores, bajar la fiebre, curar heridas o vencer la tos y la tristeza.

Sus rituales de buenaventura se repiten y se convidan con quienes los merecen.

No entiende de letras, pero la vida no se le escapa, aprende de ella.

En silencio mira, a lo lejos y bien cerca; se detiene  y observa. Así es que se ganó el apodo de la que "anda junando". 

Por sus ojos grandes entran los secretos que la Madre Tierra le devela y ella guarda con celo.

Será por eso que en cada atardecer dibuja su silueta baja y regordeta contra el sol que se recuesta en el horizonte y pronuncia en voz baja palabras de agradecimiento.

La ven irse despacio hacia la noche y se preguntan qué andará la Juana junando entre las estrellas.




Los laureles, Saladillo, 10 de agosto de 2025

sábado, 9 de agosto de 2025

el sueño que nos habita

Primeros días de agosto, fríos, soleados, con esa temperatura que merece abrigo pero no paraliza. Días de caldo con los últimos zapallos, ovalados como pelotas de beisbol , de cáscara dura y verde con vetas, pulpa clara y no muy sabrosa, pero que acepta condimentos y verduras para hacerse sopa de las noches frías, o tal vez, un dulce para las mañanas.

En el campo, la hilera de álamos jóvenes plantados hace poco tiempo, presentan pequeñísimos brotes que sacan gratitud del corazón y ansiedad de primavera.

Quizá fue respuesta a las plegarias para hacer de la tierra frutos. Los álamos parecieron inspirarse sembrando la idea de plantar frutales dentro de los límites que ellos demarcan. 

La imagen germina en la mente, echa raíces y dibuja en la tierra futuras canastas repletas de naranjas, mandarinas, limones  y pomelos, sopla en el aire el aroma de cientos de azahares abiertos exhalando el íntimo perfume de su fecundidad.

El pensamiento toma forma de proyecto y de pronto, un viejo sueño se hace presente, un sueño de niños rodeando la fogata con los labios brillando por el jugo de la fruta dulce que un hombre de gorra y campera azul cargó en canastas para ellos.

Un sueño dormido que se despierta, una idea que se amasa y leuda como el pan, se hornea haciéndose proyecto. Es que el alma nunca olvida el sueño que nos define. En el tiempo preciso, lo recuerda.



Los laureles, Saladillo, 09 agosto de 2025

jueves, 31 de julio de 2025

Del todo, un poco

 Poco a poco los días grises dejan de entrar en el ánimo esperando que sean diáfanos para poder sonreír.

Poco a poco, al internarnos en el propio devenir comprendemos que somos parte de todo, que nuestro todo es apenas una parte.

Poco a poco se borran los límites, y no se distingue al árbol, al aire, la nube, el pájaro, la rosa, al sol o al perro como entorno ajeno, sino como parte, junto a nosotros, con nosotros, del mismo todo que nos abarca.

Crecemos con el árbol y con él somos cobijo y alimento, el aire nos sostiene y somos soplo que se expande, lloramos con la nube, volamos con las aves, perfumamos con la rosa, el sol nos ilumina, entibia, y con él somos luz que abriga, somos fidelidad y cariño.

La oscuridad deja de ser miedo, gris la tristeza, alegre la primavera, o melancolía el invierno.

Ya no es el entorno el que modifica nuestra existencia, ni la circunstancia lo que la altera; somos parte del entorno y de cada circunstancia, somos parte de ese maravilloso todo que nos abarca.



Buenos Aires, 31 de julio de 2025

miércoles, 30 de julio de 2025

el pullover

 Tu piel escondida en la lana

abrigó la mía en la tarde fría y oscura.


El calor de tus brazos

enredado en la trama del tejido

envolvió de nostalgia mis manos

que sobre la manga clara dibujaron un abrazo.


Prenda de invierno

vacía de vos

llena de mí.


Lana gruesa que te guarda

en cada uno de sus puntos

perdurando tu presencia

en su color pleno de recuerdos.


el pullover,

tu pullover,

mi abrigo.



Buenos Ares, 29 de julio de 2025

jueves, 24 de julio de 2025

Lucha interna, paz eterna

La señal que vió fue inequívoca: " VICTIMA FATAL". Quedó grabada en sus ojos mientras el camino por la ruta se alargaba tras una niebla densa.

La memoria despertó al recuerdo que volvió vívido e intenso. Tal vez fue la música que escuchaba a través de los auriculares la que acalló la sensación del accidente y la tristeza y el dolor que le siguieron.

Llegada a la terminal, se dedicó a hacer las compras. El día estaba frío y húmedo, oculto bajo la neblina persistente.

Volvió a la ruta con el baúl del remise cargado con bidones de agua, bolsas de carne para ella y sus perros, algo de verdura y frutas y pequeñeces de almacén.

En la hora siguiente se dedicó a ordenar para luego sentarse a comer los restos de un pollo que había traído en la valija a fin de evitar tener que cocinar al llegar pasado el mediodía, cansada y con hambre.

Apuró el pollo frío con un poco de agua y los medicamentos de la tarde. Encendió la salamandra.

Ya con el silencio y la quietud que trae el haber finalizado la tarea, miró a su alrededor.

La casa y sus rincones se llenaron de sombras.

Los fantasmas aparecieron para sacar de las entrañas una rabia desconocida, llanto, grito, enojo y bronca. Se sorprendió de la furia estallando en el aire, un sentimiento nuevo, novedoso, raro y extrañamente liberador.

Jamás había sentido esa ira que la tarde se llevó en el aire pesado y denso de la bruma, dejándola vacía.

Decidió cenar liviano, sólo una taza de caldo caliente y un trozo de pan. Encendió el fuego en el hogar y se sirvió una copa de vino.

Sólo su rostro estaba iluminado por las llamas y tibio por su calor. En el ambiente oscuro, se resaltaba su mirada.

Dejó que cada inspiración le trajera emociones nuevas para ocupar el vacío que le había dejado su arrebato.

De a poco la serenidad fue invadiendo su cuerpo y sus pensamientos, como lo hace la victoria en una batalla dolorosa, se descubrió en paz,  más profunda, más interna, y supo haber crecido.



Los laureles, Saladillo, 23 de julio de 2025

viernes, 18 de julio de 2025

Cara y ceca

 Soledad,

         soledad dulce del sosiego, 

         del silencio y la contemplación,

         soledad que mira y

         que admira cada parte

         de la inmensa totalidad.


Soledad,

          soledad gris del desarraigo,

          de la pérdida, del sabor amargo,

          soledad oscura y fría

          que llora y quiebra

           al alma,

           solitaria en su caverna.



Buenos Aire, 18 de julio 2025

   

martes, 15 de julio de 2025

Despertar

 Abrir los ojos,

la luz se cuela por la ventana,

el cuerpo tendido en

sábanas blancas...

el corazón a oscuras.



Buenos Aires, 10 de julio 2025

niebla

La niebla espesa de estos días nos sumerge en una emoción incómoda: la cortina impuesta por un clima adverso oculta al horizonte y se reproduce en los ojos cegados a un destino cierto, temerosos de cualquier movimiento.

El entorno ávido de césped, álamos y hacienda ya no es el límite seguro que define el lugar, el lugar que ocupamos. Se desdibuja así también nuestro ser, nuestra identidad, nuestra certeza. La bruma densa nos empuja puertas adentro, de las paredes, del alma.

Encontramos refugio alrededor de un fuego, en la salamandra, el hogar o el brasero. El movimiento de las llamas desnuda sin permiso a aquello que arde  en nuestra intimidad, para obligarnos a sentir, a conocernos, a iluminar la riqueza que nos habita y a escuchar en el crepitar de las brasas las voces de nuestro ser más profundo.

El sol va corriendo el velo, así el silencio y el calor de la hoguera desentraña nuestra esencia devolviéndola a la luz. 

Se alejan los días de niebla espesa, la luz trae la claridad de hombres nuevos.


Saladillo, 8 de julio 2025


viernes, 4 de julio de 2025

vivir

Soy, pero antes de ser, estoy viva.

Descubro mi aliento, lo escucho, presto atención a su ritmo y lo hago consciente.

Busco en la memoria, recuerdo, vuelvo a hilvanar los hechos, los ubico en el tiempo y esta vez, la necesidad de saber va en serio.

Indago, leo, investigo lo que otros ya me dijeron, pero esta vez...va en serio.

Vuelvo a mi aliento, cierro los ojos, siento mi pecho expandirse, entra el aire, sale, lo dejo.

El corazón late, me doy cuenta, asumo el  milagro con el temor que se siente ante la inmensidad y la incomprensión, pero también, con el regocijo y la admiración.

Podría haber pasado que...las probabilidades por demás altas, eran causas de invalidez, discapacidad, si no, de muerte instantánea...podría haber pasado.

Veo el horizonte, escucho a los teros gritar, dejo huella en cada paso, el calor entibia mi piel y mis manos trabajan.

Vuelvo al aliento, el aliento del milagro, el aliento. Estoy viva. Viva, de ahora en adelante, vivo para ser.


Los laureles, Saladillo, 04 de julio 2025

al árbol

Porque tocás el cielo

porque surgís de lo profundo,

porque abrís mil brazos,

porque sos sombra, lumbre,

remedio y fruto,

canto esta alabanza,

te abrazo

porque sos misterio, savia y corteza,

sos grito en el viento,

también silencio,

porque en tu seno hay palabras

que bajo la tierra se amasan,

mensajes divinos

que entienden las almas atentas,

porque tu muerte no es vana, 

te sentás a mi  mesa,

descanso en tus ramas,

sos calor en mi hoguera,

porque sos parte de mi vida,

te alabo, te agradezco, 

bendigo tu existencia.



Los laureles, Saladillo, 03 de julio 2025

lunes, 30 de junio de 2025

la hora

 Como si fuera eterno, el sorbo se alarga mientras cae la tarde de invierno, pronta y fría.

El eucalipto arde sin prisa abrazando al quebracho para hacer durar las brasas y el calor de la salamandra. Es la hora del contraste entre el azul del cielo que no termina de despedir a un sol que se fue, y el negro de los árboles vestidos de sombras y siluetas desapareciendo.

Es  la hora del mate que se acaba y las luces que se encienden.

Es la hora del regreso, del agua en la olla, de abandonar la mirada.

Es la hora del silencio, todo calla, todo permanece quieto, latente y expectante. Es la hora de lo primero y primordial, del secreto que se manifiesta.

Es la hora en que la creación reza, se entrega, y nos espera.


Buenos Aires, 28 de junio 2025




lunes, 23 de junio de 2025

Alerta

Alerta amarilla anunciaron desde temprano, el aviso llegó ayer para ser precisos.

El alerta nos anticipa, nos hace preparar todo para enfrentar cualquier adversidad que, en este caso, los vientos fuertes y las ráfagas violentas puedan afectarnos.

Así lo hacemos y desde la seguridad de estar prevenidos esperamos la amenaza, atenta la mirada, prestos los oídos.

La mañana pasó serena, el mediodía también, así pasaron las horas, y uno va aflojando tensiones..."Tal vez se equivocaron, o en su locura, el aire cambió de dirección", porque, a lo sumo, nos está llegando una brisa fresca y acelerada que nos agrada sentir en la cara  mientras nos sacude con suavidad el poncho o la ruana.

Vamos desviando la atención a la vida sin alerta; así, después del almuerzo nos echamos a una siesta tranquila relajando ojos, oídos y latidos.

Algo nos arranca del sueño, en mi caso, el peso inusual de los gatos sobre mi pierna, que bien saben que no los dejo, la perra aúlla y se mete debajo de la cama, entonces, veo por la ventana a los álamos reverenciar y a los eucaliptos doblegarse...empiezo a creer; a pesar de los avisos, a pesar de los anticipos...cuando la realidad nos avasalla, dejamos de dudar...cosa para pensar.

Recorro la casa, los vidrios tiemblan, escucho ruidos en el techo de chapa, salgo a mirar si han caído ramas y si la antena sigue en pie. Algo me empuja, tropiezo con la perra que me seguía a mis espaldas. Una ráfaga helada me pega en la cara. Todo está en orden. Logro entrar no sin esfuerzo. Me aseguro que todo esté bien cerrado mientras escucho el silbido atravesar las hendijas y el golpe despiadado de un aire enfurecido sobre puertas, paredes, troncos y almas. Lo veo correr a través de los cristales.

Sin atardecer sobrevino la noche, y con ella, el corte de luz, si hasta los postes de alumbrado cayeron abatidos por las ráfagas. Serán horas de fuego ardiendo en hogares, cocinas, salamandras o braseros, noche de sopa caliente, de vino, pan y velas, faroles de noche alumbrando oscuridades.

Habrá techos que vuelen, casillas débiles intentando resistir, refugios azotados en su precariedad. Seguramente habrá lágrimas; unos llorarán sobre lo propio, otros sobre lo ajeno.

Pasa la vida, la realidad tantas veces avisa, anticipa, se la cuestiona, se duda, se niega...y cuando la realidad azota, se cree...(más allá del alerta amarilla, en este caso, por fuertes vientos).


Los Laureles, Saladillo, 22 de junio de 2025

martes, 10 de junio de 2025

Vacío...

 Vaciar, 

vaciar el alma para llenarla de la presencia divina, ahogada por obsesiones, avaricia, miedos, y angustia...

Vaciar el cuerpo para que deje de ser figura y sea el lugar donde Dios habita.

vaciar, 

para que los ojos y la mirada, los labios y sus palabras o silencios, los píes y sus pasos, sean el vehículo de Dios y su mensaje, su amor y su voluntad.

Vaciarse....para ser.



Los laureles, Saladillo, 10 de junio 2025

lunes, 9 de junio de 2025

No volverás...volá

 Porque la noche me dijo que no te esperara,

porque el amanecer fue claro respecto a tu partida...

Volá,

volá tan alto hasta verte en las estrellas;

Volá, 

volá tan alto hasta tocarme en el viento ;

Volá, 

volá tan alto hasta verme desde una nube pasajera;

Volá...

es tan difícil dejar partir...

Volá,

volá con toda tu plenitud,

volá tan alto que seas un astro más irradiando luz, tu luz...

Volá,

y esperame.


Saladillo, Los Laureles, 09 de junio 2025



Noches de otoño

 Vino el otoño y alejó las tormentas torrenciales que acecharon los últimos meses dejando charcos y lagos sobre siembras y cosechas. Trajo otros vientos que limpiaron el aire y aclararon el cielo.

De la mano de esta nitidez en la que cada color resalta nuevamente su tono, dejando atrás sus vestidos grises y húmedos, vinieron temperaturas más bajas, no tanto como las de invierno, pero convocan a los primeros fuegos en la salamandra, en el hogar, el brasero o el fogón, alrededor del cual girará el mate iluminado por el reflejo que irradia la leña ardiendo.

Mañanas de otoño, de sol tardío, de poncho y ruana, de hojas secas, postal de rojos y ocres.

Tardecitas otoñales, tempraneras, oscuridad que avanza sobre el cielo celeste de un día que se aleja en la antesala del invierno.

Noches otoñales, frescas, frías, noches de lumbre entibiando la soledad y su silencio, la charla amena de mates interminables, el plato que espera, o el pan partido.

Arde la olla, grita la pava, se corta el pan, se sirve el vino. Noche de otoño, de familia, de amigos, o de soledad fría.


Buenos Aires, 04 de junio 2025

Imágenes

Ya es de noche. Cerca, y a lo lejos, unas luces se distinguen en la oscuridad temprana del invierno. Ella cierra los ojos y la imaginación atraviesa puertas y ventanas  que las luces solitarias sugieren....

El fuego arde en una chimenea, el guiso de papa y carne se cuece sobre el hierro de la cocina, alguien corta el pan mientras el mate acompaña hasta la hora de la cena...

Un velador con su pantalla algo desvencijada echa luz ámbar sobre la almohada. La cama, de madera oscura, la sábana de blancura ajada y la manta de colores vivos que tejió la mujer que bajo ella descansa. Los lentes puestos, las manos arrugadas, y entre ellas el libro de páginas amarillas despidiendo aroma a romances y viejas aventuras... 

Dos velas encendidas enmarcan el cuaderno en el que el niño dibuja letras y desentraña cuentas, en tanto su madre, junto al farol de querosene, zurce sacos y medias; el padre, arma la hoguera alrededor de la cual compartirán la sopa caliente y la galleta...

La más pequeña de las luces, la más lejana, alumbra sólo la mitad de un rostro, quedando la otra en la sombra de la soledad. La silueta está tan quieta e inmóvil como el banquito que la sostiene. De poncho y boina viste en silencio , con el humo del cigarro colgando del labio jugando en el aire, dando un soplo de movimiento en la escena bajo la noche fría y oscura...

Abre los ojos. La vista vuelve  a la luz cercana, a la cocina que espera, al mate ya frío, a la noche temprana del invierno, Calienta la olla, separa en el plato algo del puchero, se sienta a la mesa y mira por la ventana las luces lejanas. 



Los laureles, Saladillo, 09 de junio de 2025

domingo, 1 de junio de 2025

Inundaciones

 Llueve adentro,

llueve afuera,

la calle anegada, 

el aliento ahogado,

barro pisado, el alma rota.

¿ dónde quedó la luz?

¿ bajo qué baldosa se escondió el aire?

¿ bajo cuánta agua se pudre la semilla?

Alma rota,

rotísima.



Buenos Aires, mayo 2025

Foto...fotos

 Ya pinta el atardecer en el jardín, se acerca una noche clara, de luna redonda y estrellas atentas.

Cual fue el motivo? - será asunto del alma. La cuestión fue que bajo la luz tenue del farol se abrieron uno, dos, cuatro...y aun más álbumes de fotografías, las de papel...ahora, con la máquina digital pocas se imprimen, todas viajan sin cesar por " la nube", también se dispara una y cien veces, como para acertar a la imagen buscada.

Las fotografías del álbum tienen tras de sí, no sólo un recuerdo, sino la fijación eterna de un momento elegido por su belleza, por lo que transmite, es un instante madurado en el momento, no en cualquier momento, sino en ese que hoy, años después, nos saca una sonrisa, nos despierta una carcajada o nos enjuga una lágrima.

Tesoros blancos, grises o negros, con los colores captados por la cámara y plasmados según el revelado los admitiera. 

Revelar exige un tiempo de espera, una duda...cómo se dibujará en el papel brilloso o mate el momento elegido para el disparo, el que pensamos, el vivido.

Las fotos son una ofrenda con sabor a historia que atravesará generaciones con sus relatos sin palabras, con sus testimonios sin entrevistas, desde su silencio palpable, porque se tocan, se huelen, se acarician.

En esas fotografías bajo una luna redonda y un cielo de estrellas atentas, volví a amar, volví a parir, viajé de nuevo. Reí, lloré, toqué, acaricié cada instante, entré en ellos como si fueran nuevos. La memoria los llevó hasta el corazón y el alma se expandió luminosa y feliz, porque desde ellas, las fotografías, todo permanece y se renueva, como la noche clara, como la luna redonda.


Buenos Aires, sábado 10 de mayo de 2025

domingo, 4 de mayo de 2025

Dias de silencio

La noche fresca, diáfana, luciendo estrellas como nunca, fue un verdadero regalo en estos días de silencio y horizonte. Silencio imprescindible para hacer del dolor la palabra, de la añoranza el llanto, y del recuerdo la imagen eternizada en el hogar, donde arden los troncos que esperaron pacientes hasta hacerse leña. Un silencio que la vida impone sin pedir permiso ni esperar un acuerdo. 

Inesperada fue la mañana. El sol oculto tras nubes grises que, solapadas, se allegaron de madrugada, testigos son el mate tempranero y el calor de la salamandra.

De las nubes cayeron gotas furiosas sacando truenos del techo para callar en apenas unos minutos, dejando a las chapas llorando, al césped alzado de gloria y al hornero caminando sobre el pasto húmedo y vibrante.

El sol se deja ver como para no olvidarlo, echa luz sobre las rosas y atraviesa el ventanal para luego desaparecer tras la sombra gris de una tarde alerta.

Todo parece prepararse para hacer frente a la tormenta; afuera, sólo hay quietud y silencio; adentro, también. El farol de noche junto a los fósforos están atentos sobre la mesada; la linterna ya tiene las pilas puestas.

Nada se mueve, el aire calla, de pronto grita, con voz ronca y lejana,  se estremece la sangre, el perro alza las orejas, y vuelve la quietud, el aire se hace denso, cargado de humedad y de misterio.

El mate llega a la hora acostumbrada, los sorbos son lentos, la mirada se extiende hasta el horizonte, prolongando el silencio, llevándolo lejos.

El aire grita ronco de nuevo, su voz se acerca, oscurece, se larga la tormenta, sacude con fuerza hojas, ramas, nidos y veletas. Se esconden los gatos, el perro se acurruca, la sangre se estremece y el alma contempla, en silencio, en ese silencio que la vida impone, sin pedir permiso ni llegar a un acuerdo.



Saladillo, Los Laureles, 04 de mayo 2025

Pascua

 Sábado de gloria, domingo de Pascua,

Noche de incertezas, miedo y silencio,

amanecer de asombro, temor y regocijo...



Buenos Aires, domingo de Pascua 2025

miércoles, 30 de abril de 2025

pausa

 Cuando la oscuridad lo indica, las luces automáticas se encienden; otras las enciendo porque me gustan, o las necesito, o sencillamente porque me hablan de vos.

La copa de cognac acompaña silenciosa, lenta, inundando el paladar de añoranza, con sorbos pausados en esta hora de la pausa.

Así quedo mirando las luces entrelazadas en las ramas del aguaribay, en silencio, viendo nacer la noche, sorbiendo tu recuerdo, en pausa.

Te espero.



Buenos Aires, 29 de abril de 2025

mañana de invierno...

 Arde el fuego en la salamandra,

te miro, sonríes;

tu sonrisa me ilumina, 

ante el fuego, sonrío.


Buenos Aires, 30 de abril de 2025

domingo, 27 de abril de 2025

Un día de bendiciones

 Son las ocho de la mañana y estoy tomando el desayuno de siempre: varias tazas de café sin leche y sin azúcar con dos tostadas untadas con queso crema común, o a veces ( pocas) con manteca.

Una mañana como siempre, o mejor dicho, como las últimas, las que empezaron hace seis meses cuando los dos individuales en la mesa se hicieron uno.

Miro por la ventana al árbol de palta resistiendo en la maceta y a la planta de margaritas echando hojas verdes en vistas de un invierno lerdo, para florecer en la próxima primavera.

Vuelvo los ojos a la taza y se me van al vacío; los cubro con los párpados y hago unas cuantas respiraciones profundas (tan profunda como me lo permita la fatiga). Busco relajarme e iniciar el día; un día por cierto incierto, sin plan ni cronograma, un día para ser sencillamente vivido.

Siempre me pregunto si es Dios, algún ángel, un espíritu travieso, el ser querido o la propia mente la que te habla de repente sin que pueda escuchar el entorno. " ¡Hoy será un día de bendiciones!" No pude más que sonreír y entusiasmarme ante semejante augurio, fuera quien fuera el anunciante. 

Me preparé para vivir el día de lleno, no sin antes intentar solicitar reparación de la línea telefónica sin tono, hacer las compras, concretar una visita con algún techista de los varios que tengo el contacto para evitar que se amplíen las goteras, ya que los baldes y trapos no alcanzan para más, y así abrir los brazos para recibir las bendiciones prometidas. En el afán de concretar todo, se hizo el mediodía y salí a comprar algo para almorzar. Grande fue mi sorpresa cuando la tarjeta con la que intento pagar dos tomates, un kilo de cebollas y un par de zanahorias es denegada ... imposible haber superado el límite de compra diario, busco el monedero, vacío.

El hambre tuvo que esperar y desvanecerse en función de averiguar, además de subsanar, el motivo por el cual la cuenta bancaria de la única jubilación que percibo está bloqueada. Todo un día atravesado por infinidad de comunicaciones con mensajes grabados, opciones que no coinciden con la consulta que necesito hacer, sin hablar de los mensajes por internet en los que solicito asesores que tengan voz y personalidad, oídos para escuchar y puedan conversar.

Así llega la tarde, luego la noche y sigo insistiendo sin respuesta ni resultado. El cansancio y el sueño me ganan.

Las ocho de la mañana me encuentran nuevamente tomando el desayuno de siempre, café sin azúcar ni leche, dos tostadas crujientes bajo el manto blanco del queso crema.

Miro por la ventana al árbol de palta queriendo salir de la maceta, a las hojas de la planta de margaritas  que crecen día a día,  y me pregunto cual es el significado de la palabra " bendición".

Ayer, lo que menos me sentí fue " bendecida", más bien, enojada, agotada, gastando mi tiempo en solucionar problemas que otros me generan... a dónde se fueron las bendiciones del día?

Sin que se escuche sonido en el entorno, algo me dice que vivir es una bendición. La bendición es vida, o la vida es una bendición. El resto, circunstancias.

Se hizo silencio, por dentro y por fuera, tardé un tiempo para cerrar los ojos, hacer unas respiraciones profundas, y agradecer.

domingo, 20 de abril de 2025

Saladillo, Los Laureles, un amigo

 

Saladillo, un lugar en la provincia de Buenos Aires, un lugar desconocido a pesar de haber pasado tantas veces por “La gallareta”, la YPF que fue parada obligada de viajes, más extensos algunos, otros más cortos. Jamás ni en nuestras más remotas y alocadas imaginaciones sospechamos que cada vez que nos detuvimos a descansar, tomar un café o almorzar un sándwich, estábamos a escasos metros de lo que años más tarde, fue la concreción del sueño que perseguimos por más de veinte años.

El campo, la tierra, el horizonte lejano a la vida urbana, años recorriendo direcciones, al norte, al sur, dibujando círculos de no más de cien kilómetros a la redonda, sopesando precios, valores y disponibilidades. Tiempos de búsqueda interrumpidos por el desaliento, o sencillamente, porque la vida desvió la atención, pero nunca sucumbió ante el deseo. La libreta fue registro de posibilidades, números de teléfono, zonas, fechas de visita, y tachaduras achicando la lista.

Una inmobiliaria desconocida, otras alternativas sin entusiasmo fueron a parar a la lista con la desventaja de la distancia. Excedía el círculo trazado.

Cuando nada se pierde, ni aún la esperanza, visitamos la de Saladillo. “Y eso dónde queda?” - me preguntaba. Lejos, ochenta kilómetros más de lo estipulado.

La tranquera blanca y un camino nos lleva hacia la segunda, ésta nos adentra a un monte de eucaliptos, más adelante un roble enorme nos indica la huella y la galería ancha nos recibe junto al encargado y su perro que mueve la cola saltando de alegría.

Cada uno la camina a su manera y a su ritmo descubriendo las partes, los rincones, los horizontes.

Regresamos, algo nos convence, algo nos hace dudar.

No pasa siquiera un mes. Volvimos a la tranquera blanca, y al pasar junto a la palmera, tu voz queda fue contundente: “No busquemos más, es ésta.”

Hicimos la oferta, la aceptaron, la vida nos enfrentó con desafíos, con angustia, miedo e incertidumbre, aún así, “Los laureles” en Saladillo se aferró a nuestra vida con la fuerza de la conquista y el apoyo de quienes buscaron otro destino. La dejaron con la generosidad de quienes amaron el lugar y nos descubrieron amándolo.

Se abrieron las puertas, la fuimos haciendo nuestra. Y en Saladillo, buscando la herramienta encontramos al amigo. Y nos sentimos queridos, acompañados, sostenidos por su inmediata entrega, su preocupación, su asesoramiento y su generosidad, la de quien comparte lo que sabe, lo que conoce, lo que tiene, lo que siente.

En poco tiempo hicimos parte de nuestra vida esta parte de la provincia de Buenos Aires, con sus árboles, su plaza, su fiesta, su galleta de piso y su gente. Ramiro encontró más amigos que reconocieron su sencillez, su habilidad, su testarudez y su dolor.

Una mañana ventosa, en camino a Los Laureles dejó su cuerpo y ahora anda abrazando el monte, encendiendo luces, apagando sombras, marcando huellas, disipando mis temores, dándome fuerzas y haciéndome saber que no estoy sola.

En Saladillo encontramos el gozo, la vida y la muerte que hoy es luz para siempre, sobre todo, encontramos al amigo, que más allá de todo, apoya y sostiene.



Para Andrés Bertazzo en Saladillo, Los Laureles, 18 de abril de 2025 

viernes, 18 de abril de 2025

el viaje

  Suena "el Himno" de Vangelis. Cada acorde es un paso hacia el encuentro. La intensidad de la música aumenta a medida que la distancia se acorta. En el final, el viaje en tren se inicia, juntos.

Las primeras estaciones ( no las únicas) son de colores vivos, sorprendentes, con el sabor de un íntimo misterio a develar.

En algunas estaciones hubo que detenerse por varios meses y reservar en el vagón nuevos asientos para continuar el viaje.

Las vías entonan ritmos diversos según sean las estaciones que el tren atraviesa, incluso suenan en las grises y desoladas donde el tren parecía detenerse para no volver a arrancar.

Sin embargo, la locomotora ( esa de las antiguas a vapor, de puro hierro, que anuncian su llegada con voz tan estridente como profunda) encontró siempre carbón y fuego para tomar ímpetu, y a pesar de la carga pesada, seguir su camino empinado en busca de otras estaciones.

Los pasajeros subían y bajaban, algunos definitivamente y en general, dejaban olvidado una parte de su equipaje, lo que para aquellos que continúan el viaje, les permite recordarlos.

En cada estación vibran diferentes colores en nuevos paisajes, celebradas con vino las bendiciones,  serenas las horas de la tarde compartiendo el mate.

Pasa el tren sobre vías rotas, peligra su andar, puede descarrilar, pero logra atravesarlas soportando el sacudón.

La próxima estación es verde, plena de aire y eucalipto, de rosas y frutales, de chimangos, golondrinas y cotorras. En la estación suben nuevos pasajeron, se quedan, comparten, y tejen redes.

La luna y el sol se hacen presentes con el más deslumbrante esplendor de amaneceres y atardeceres. 

Tiempo de goce y de trabajo, de sueños venideros, de amor, de abrazo y de hoguera. Suena ahora " Tribute" de Yanni. Los acordes llenan el vagón y el alma de los pasajeros.

Un café, dos medialunas, y te adelantaste sin anticipo al vagón más cercano a la locomotora.

Dejaste gran parte de tu equipaje aquí, donde seguimos viajando reteniendo tu voz, tu melodía, tu camisa, tu gorra, tu abrigo.

Allí en el vagón donde estás, el fuego de la locomotora te ilumina, tu mirada es luz, tu rostro es luz que emite reflejos en los nuestros.

Un viaje con paradas y demoras, un viaje con el mejor compañero...con quien seguimos viajando, en diferentes vagones, en el mismo tren

Suenan ahora las gaitas..."Amazing grace".



Saladillo, Los Laureles, 18 de abril 2025

martes, 15 de abril de 2025

El farol de la noche

El sol entra y se queda apoyado sobre la salamandra, en tanto la rosa en el florero hace alarde de fuertes contrastes. El resto de la habitación va adentrándose en la penumbra, la luz de la tarde se va alejando del rincón donde duerme el gato y de la bandeja donde está el mate. Los caramelos envueltos en papel metálico retienen algunos destellos hasta que el reflejo los trague.

El farol de noche, aún apagado, preside la mesa que da a la ventana. No necesita encenderse en esta hora del mate alargado, la hora en que los brazos del día se van cerrando sin llegar a ser noche oscura cuando las sombras ni siquiera se adivinen.

Los sorbos se van diluyendo entre las hojas de yerba que flotan cansadas de darle sabor al agua.

La oscuridad va avanzando cubriéndolo todo. Es preciso tantear el pico del termo para cebar los últimos mates, y más aún, recorrer con  las manos la mesa hasta encontrar la caja de fósforos para encender el farol de noche que, ahora se sabe imprescindible y no olvidado e inútil como en las mañanas luminosas o las tardes claras.

Se hinchó la camisa del farol, ceniza que ilumina con blanca caricia el entorno que toca, dejando a lo lejos sombras oscuras, apenas contornos de muebles, cuerpos o emociones. 

Para ver, hay que llevarlo en andas, como la paz en el alma; sólo así la luz ilumina el camino.

Paso tras paso, la mirada es clara hacia adelante, se ensombrece hacia los costados y se enceguece por detrás.

Paso tras paso recorre habitaciones sin detenerse en ninguna.

Paso a paso transita la noche bajo la luz blanca del farol que lleva a cuestas con sus sombras, hasta que el sol vuelva a echar luz plena, dando claridad al entorno, abarcativa la mirada ... certezas en el alma.

Se apaga el farol, ya no es necesario, hasta la próxima sombra asomando en la propia noche.

domingo, 6 de abril de 2025

es tiempo de

Tiempo de salamandra, 

de mañanas celestes 

y café caliente.

Aroma a tostadas

sabor a manteca

y besos en la frente.

Tiempo de leña

de hogares ardiendo

eucalipto y quebracho.

La copa de vino

pan con picada

y en el sillón, abrazos.


Buenos Aires, 06 de abril 2025


sábado, 5 de abril de 2025

La hora azul

 El reloj marcó una hora oscura cuando sonó el teléfono. Intentó atender a tientas varias veces sin lograrlo. El sonido de la llamada perdida lo desveló justo el día que le tocaba descanso. Era el tiempo de la cosecha y los últimos días el sol y el dolor en la espalda lo habían agotado.

Quiso tentar al sueño para que volviera a enredarse con él entre las sábanas pero nada logró. Aceptando la derrota y el estado de vigilia, puso sus pies en las viejas alpargatas para ir hasta la cocina a preparar el mate que no esperaba tomar tan temprano. Llenó con agua la pava de aluminio algo ennegrecida por  el fuego de tantas madrugadas mateando fuera de casa.

Mientras cargaba la calabaza de yerba y el agua llegaba a la temperatura justa se detuvo a mirar a través de la ventana sin cortinas. Vio cómo la noche abandonaba su negrura poco a poco.

A pesar de haber visto innumerables amaneceres, algo le llamó tanto la atención que no pudo apartar la mirada. El agua hervía a borbotones sin que se diera cuenta. Todo seguía tan negro en contraste con el azul de fondo; un azul que nunca había visto, o nunca se detuvo a ver.

Fue ese color el que lo embriagó de sorpresa, admiración, silencio y quietud.

Los ojos fijaron la imagen. El color lo llevó hasta la profundidad de sus emociones. Sintió la humedad en su mejilla y cerró sus párpados a fin de perpetuar en la memoria ese azul y esa hora que no es noche, ni amanecer ni entrada la mañana...el azul y la hora del misterio, del silencio, de la vida que vive pero aún no se asoma.

Secó su lágrima, vació la pava y la llenó nuevamente de agua. Se preparó el mate, lo tomó mucho más temprano de lo que esperaba.

Pensó en la llamada perdida, dio las gracias y sin premura, amaneció.



Buenos Aires, 05 de abril de 2025

miércoles, 2 de abril de 2025

El viaje

El domingo se sumergía en la quietud de la tarde. Diáfano el cielo y cálido el aire, su cuerpo estaba tendido y su mente abandonada al silencio. Ya era pasado el mediodía, una hora sin hambre, ahogada ésta por los mates que comenzó a tomar a media mañana. Pasó la tarde, y sin consultar a nadie como habitualmente hacía, en especial a sus hijos, decidió viajar. En menos de media hora sacó los pasajes de ida y vuelta, reservó tanto el remise que la acercaría a la terminal como el que la llevaría hasta la tranquera.

No quería esperar más. El tiempo pasaba muy rápido, el mes se había escapado con la velocidad de los segundos, y los días venideros no le garantizaban la libertad para decidir cuando ir o cuando volver.

Esa noche, después de encontrarse con una amiga en un café cercano, el viento comenzó a correr con violencia, cayeron gotas redondas como pelotas, suficientes para empapar cuerpos y almas.

Se hizo tarde, aún así, se tomó el tiempo de llenar la valija con pocas cosas, las necesarias para tan sólo tres días, nada de ropa porque allá tenía tanto para usar en días de calor como de frío, ventaja de haber guardado con cuidado prendas ignorando los ciclos de la moda. Llevaba sí aerosoles, espirales y repelente para dar lucha a los mosquitos, que, según le habían contado, eran grandes como aviones, inocentes como ovejas y molestos como moscas; los que invadieron el campo no son transmisores del COVID, plaga que dañó tanto el cuerpo y la vida de los sobrevivientes.

El viento fortísimo y la lluvia la amedrentaron frente a la posibilidad de viajar con su amiga en auto cancelando todas sus reservas. No había pasado el tiempo suficiente como para espantar el miedo que el accidente le incrustó en lo más profundo de sus emociones. Habían sido muchos años de una convivencia aniquilada en un segundo violento; dos autos, una ruta y una ruptura trágica. No quería que el dolor y el duelo la dominaran, pero no pudo evitar el miedo.

Así fue como partió al día siguiente con pasajes y reservas a cuestas.

Llegó de noche, noche sin luna ni estrellas. El blanco de la tranquera fue la señal que el chofer identificó para detenerse en destino. Ella venía con su valija y su bolso distraída con pensamientos ligeros y punzantes.

Anduvo despacio por el camino de entrada arrastrando la valija sin poder ver el monte de eucaliptos velado por la oscuridad e intuido por el sonido de las hojas atravesadas por el viento.

Las únicas dos luces enmarcando la puerta le dieron la bienvenida. Entró a la casa a oscuras con el silencio por delante. Con la tranquilidad de haber llegado sin inconvenientes comenzó a desembalar y a ordenar. Una sensación en el estómago la interrumpió.

La heladera estaba prácticamente vacía, apenas había unas rodajas de pan conservadas en el freezer y frascos de mermelada de manzanas y de higos que abrió con cierta desconfianza. Sacó la tostadora, puso agua en la pava y sació el hambre con un té  con tostadas y dulce. Terminó de acomodar todo con el deseo de acostarse y descansar.

Encendió la luz del dormitorio, la cama estaba perfectamente tendida para dos. Se detuvo en el lado que da hacia la puerta, ese lado que ya no se abriría cada noche, ese lado vacío, un vacío que se acostó con ella, que la inundó en lágrimas y la ahogó en sollozos hasta que la oscuridad de una noche sin luna ni estrellas se apiadó de su alma y se la llevó con ella.



Saladillo, 02 de abril de 2025

lunes, 24 de marzo de 2025

Tejer la vida

 Pasaron muchos meses desde la última vez que saqué del armario la canasta del tejido. Se me ocurrió que era hora de continuar. No falta mucho para  terminar las tiras que, unidas, se harán manta.

Había comenzado a tejerlas varios años atrás cuando María Julia me lo propuso para entregarlas a personas necesitadas, de bajos recursos, sus " clientes", como ella los llamaba. En un principio ambas tejíamos y uníamos los cuadros hasta que la espalda y la vista ya no se lo permitieron.

Sabe Dios cuántas hicimos en estos años y qué piel hoy estarán abrigando.

Recuerdo la primera hecha con restos de ovillos y cosida sobre una tela de polar. De esa manta supe su destino: una anciana. Nunca conocí su nombre ni su rostro. Fue la primera vez que sentí que abrazaba un cuerpo a la distancia, una persona tan cercana a mis manos, a mi silloncito frente a la ventana,  a la canasta llena de ovillos de colores, y a su vez, tan lejana como desconocida.

La calidez que me envolvió al entregar aquella primera, fue y sigue siendo el motor que mueve las agujas dibujando un sencillo punto Santa Clara. Tejer es abrazar con el alma.

Los restos de ovillos que juntamos se fueron acabando y comencé a comprar por kilo madejas enteras en un local mayorista de Once. El motor encendido no dejaría de funcionar.

María Julia se fue un septiembre a seguir tejiendo generosidad con los ángeles dejando para siempre en mí su mirada cómplice mientras me decía: " Qué hacés que no estás tejiendo? - con la voz tierna de una madre amorosa, voz que la muerte me arrebató hacía varios años, pero que en la voz de María Julia volvía a escuchar.

Tengo ya bastante avanzadas las tiras tejidas. Me pregunto ¿porqué la pausa de tantos meses? Tal vez porque la canasta se dividió: algunos ovillos prendidos a un juego de agujas se mudaron a la chacra y otros quedaron aquí en la casa de Belgrano, en donde espera una bolsa de consorcio llena de madejas para ser ovilladas.

En octubre pasado se detuvo el tiempo. ¿ Quien ovillará ahora? ¿ Quién me preguntará qué color ovillo primero?

Seré yo quien elija el color, arme la ovilladora manual de tu madre y me siente con paciencia en la silla que ocupabas para desarmar las madejas y hacerlas ovillo.

En ese quehacer que aún no me animo,  ovillaré la madeja, para seguir tejiendo la vida.



Buenos Aires, 23 marzo 2025

jueves, 20 de marzo de 2025

Anochecer sin cartas

 Siete luces tenues iluminan el jardín que el atardecer va oscureciendo. Apenas se escucha el correr del agua de la manguera del vecino regando sus plantas.

Es un anochecer cálido, el perfume de la dama de noche recorre todo el jardín y me envuelve.

Miro cómo las pocas luces dibujan manchas claras en el césped que muda su verde para vestirse de noche.

Arrimo tu silla a la mía y toco tu presencia con la mano.

Las ramas del aguaribay saben que no habrá juego de cartas; de hecho, la mesa ahora está llena de cuadernos, algún libro, varias biromes y la lapicera de tinta azul.

El mate se va alargando a la espera del Cinzano que no llega, y tampoco se acaba. El Rey de diamantes y la Reina de corazones se corrieron para dar lugar a las páginas blancas que reciben letras y recuerdos en el afán de perdurarlos.

La noche ya cerrada y sin luna donde encontrarte siembra en mí la nostalgia. Alguna lágrima se escapa. Respiro profundamente.

Y dejo de escribir.


Buenos Aires, 20 de marzo 2025


lunes, 17 de marzo de 2025

volver

 Cinco días fuera de casa y de la chacra,  fuera de la ausencia. La soledad, la quietud y el silencio son el campo fértil para la introspección cargada de preguntas y respuestas. Era de esperarse que me esperaran para salir a la luz.

¿Por qué nos duele tanto perder el contacto físico, la pérdida del cuerpo? Nadie escapa a la muerte del cuerpo. Se muere el joven y el viejo, el flaco y el gordo, terso o arrugado, débil o fuerte, varón o mujer; todos, absolutamente todos dejaremos nuestros cuerpos que se harán tierra, tal vez alimento, por qué no fruto y serán nueva parte de la vida.

Si lo sabemos, ¿por qué nos duele tanto no besar con los labios, abrazar con los brazos, no sentir la piel tibia de la mano ajena?

Debe haber algo más...

¿Cómo justificar la emoción de un recuerdo si la memoria no es tangible?

¿Cómo se explica la brisa inesperada ante la añoranza de un abrazo?

Hay algo que nos conecta más allá de la pérdida del cuerpo, algo que no se pierde, que acrecienta lo vivido.

Tal vez sea el amor; o será que el amor nos hace descubrir que la vida late más allá de lo que podemos ver con los ojos o tocar con las manos...el alma, la esencia, el ser.... Nos da la posibilidad de seguir encontrándonos, de seguir caminando juntos.

A pesar de que seguiré llorando, a pesar de la tristeza que el cuerpo me trae, a pesar del duelo que duele, nada he perdido, porque he ganado el " siempre" que vence tiempos y espacios.

He ganado la conciencia de amarte, de agradecerte y de tu presencia permanente.


Al hombre que elegí y al que sigo eligiendo, a vos Ramiro, en Buenos Aires, en casa, el 15 de marzo de 2025

el regreso

  Vuelve la mañana gris mientras intento robar los últimos rayos tibios a un sol escurridizo que, en pocos instantes, quedó absolutamente cubierto. Acepté a regañadientes que el fresco se iba apoderando de mi cuerpo tendido.

Recogí las cosas, me fui a dar un baño caliente para distender mi piel erizada y preparar todo para el regreso a una hora indeterminada dependiente de  la decisión, la voluntad, y la posibilidad que se dieran oportunamente.

Me dirigí al restaurant  y me senté frente a una ventana. Los manteles blancos, impecables, lucían sobre ellos copas y cubiertos para comensales por ahora ausentes. Es que el hotel estaba casi vacío. Es un día hábil de una semana sin feriados en un mes donde todo funciona, escuelas, fábricas, empresas, transportes, jueces y juzgados.

Los hospedados, que apenas somos  cuatro, superamos con creces la edad jubilatoria, y en estos días mantenemos el espíritu de la amistad así como sostenemos la fuerza para disfrutar cada momento. Sabemos con absoluta certeza que la vida pasa. ¿ Sobre cuántas tumbas ya hemos llorado? ¿ Cuántas arrugas se hicieron dueñas de nuestros espejos? ¿ Cuántas heridas debilitaron nuestras fuerzas?

Son los días que vivimos los que nos plenifican y los momentos de cada día son sobre los cuales construimos nuestra plenitud.

Así es que sola, con la ventana a mi izquierda viendo el verde vibrante del césped contrastando con el gris plomizo de un cielo que no se decide entre la resolana y la tormenta, con los brazos tostados por el sol resaltando sobre el mantel blanco, decidí tomar un aperitivo. Aquel que me pareció más adecuado para la ocasión.

Sorbo a sorbo, en tanto los minutos avanzan, los pensamientos viajan entre los recuerdos, los que ya llevan tiempo en la memoria, y los que apenas están decidiendo si se quedan o no.

La tarde va saboreando conmigo cada instante vivido. para que se asiente con la fuerza de la emoción o lo efímero de lo que no vale la pena.

Así la tarde, sorbiendo el fluir de la vida, el  Campari y yo.


Open Door, 11 de marzo de 2025

caballos

 ¿Qué misterio tienen los caballos como para hacerme sentir así? ¿Por qué esta atracción ineludible y esta necesidad de pertenecer a la manada? Cuando estoy entre ellos quedo quieta, como esperando que se acerquen sin miedo, anhelando verme en sus ojos y sentir su pelaje entre mis dedos.

A veces pasan a mi lado, se detienen y luego se alejan...

¿Qué misterio me atrae con tanta fuerza? Qúe misterio me llama a ser manada y qué otro me impide serlo? Caballos...espejos del alma.


Open Door, 10 de marzo 2025

sueños

 Los amaneceres y atardeceres se escapan de los ojos tras la valla verde de los árboles. El sueño se hace cómplice de las sábanas blancas y la salida del sol ya se hizo mañana. Ni siquiera el mate puede acompañarme ya que quedó olvidado sabe Dios en qué paraje.

La vista se pierde en la variedad de árboles jóvenes,  otros centenarios, que hacen del horizonte la inmensidad del parque. Las cortezas de los troncos dibujan tramas y las ramas elijen caminos diferentes en busca del sol. ¿Cuántos tonos de verde hay? ¿ Cuantas son las formas de las hojas que caen y de las que permanecen en el árbol hasta en el más crudo de los inviernos?

Ya a media mañana el horizonte es interrumpido por las más de cien ovejas buscando los pastos tiernos y húmedos. Por un instante, esta imagen sacudió la idea que aún hoy es un sueño. El tiempo se detuvo y me llevó más allá de lo perceptible. Cerré los ojos.

Si los árboles  se despejaran y los amaneceres no se escaparan detrás de ellos, ¿se abrirá el camino para ver al sol amaneciendo y dar vida a la idea para que que el atardecer se lleve en andas la certeza?



Open Door, 10 de marzo 2025

viernes, 14 de marzo de 2025

Reiki

 La tarde se presumía de despejada. La brisa le dio cabida y poco a poco el aire fresco dejaba a la vista al cielo celeste añorado después de la tormenta.

Aún así, el sol indeciso invitaba a unas horas de relax, tal vez una siesta bajo los árboles, tal vez un masaje relajante y renovador, o quizá una experiencia de reiki.

Me animé a esta última recordando las enseñanzas del maestro al que acudí para aprender hace más de veinte años.

Fue una hora en la que desde la camilla llegué a ese lugar que no es éste, a donde los sonidos que se escuchan no pertenecen, porque se oyen en la piel, se sienten. Un lugar lejano donde una corriente de luz te atraviesa, te recorre sin pedirlo ni pretenderlo, entra y sale, fluye, y en ese fluir te lleva, te sostiene y te libera.

Poco a poco, el tono suave de la voz de Darío me trae nuevamente a la conciencia de la piel, del cuerpo, de la camilla, del entorno. Se regresa con la experiencia de la fluidez.

Así vuelvo a la tarde despejada.



Open Door, 08 de marzo 2025

La fuente

Desayunando en el hotel, los vi besarse en  las mejillas arrugadas por esa edad sin fin de sueños, proyectos y conquistas, esa edad llena de surcos, de caminos transitados, donde hay espacio para nuevos surcos, nuevas arrugas, nuevas cicatrices, todas compartidas.

Se besaron con ternura y quedé prendida en esa imagen mientras salí a caminar bajo el cielo gris, perder la mirada en el húmedo verde y acariciar al perro negro que se paró a mi lado como adivinando mi soledad.

Sin saber ni preguntar porqué, el hombre del beso se acercó a contarme la historia de la fuente de hierro de 1880 que había comprado a un señor en San Vicente donde estaba desarmada e inútil. El hombre del beso es dueño del hotel donde me alojaba.

Me contó que la armó con la paciencia necesaria. La fuente de agua, la fuente de agua que canta.

Hicimos silencio mientras las gotas hacían sonar el metal como tañen las campanas. Quedamos sólo escuchando.

Me pregunto si la fuente canta para cada uno la melodía especial que toca al alma en su profundidad.

Unos minutos después volví al parque caminando lento, con lentas lágrimas cayendo de los ojos.


Open Door - 08 de marzo 2025

La visita esperada

 Recostada frente al ventanal inundado de parque, de árboles erguidos y una paleta de tonos verdes y violetas, miraba al viento cálido de una cálida tarde de marzo recorrer el césped y envolver suavemente a los troncos. 

El sueño me entornaba los ojos para dar lugar a una siesta. El movimiento inusual de las hojitas del arbusto me llamó la atención. Fijé la mirada entrecerrando los párpados para ver con .mayor nitidez cómo recorrías flores sorbiendo el néctar de las campanitas violetas. Verte fue una sorpresa que anhelaba hace mucho tiempo. Seguí con los ojos tu aleteo prácticamente invisible.

Así como apareciste, desapareciste.

Dicen que cuando ves un colibrí, viene a decirte que los seres amados que ya se fueron, están bien.

Cerré los ojos, me dejé llevar por el sueño para entrar en la siesta con el alma en paz.



Open Door, San Ceferino, 07 de marzo 2025