sábado, 8 de diciembre de 2012

Por la mañana


Las sombras se van aclarando bajo el abrazo tenue del sol de primavera. Abro los ojos con la certeza de que estoy viva El color de las rosas y el perfume de los jazmines así me lo confirman. Sin atender al dolor de la cintura, recojo las piernas y apoyo los pies en la madera apenas tibia.
Dejé las lágrimas secándose en la almohada para que el aire nuevo me dibujara una sonrisa. Es el milagro que sólo advierto cuando las paredes de la habitación se visten de ámbar como la sombra que ilumina la oportunidad desmayada en el olvido, el persistente y extraño misterio de la vida.