martes, 25 de mayo de 2021

Si he cambiado...

 “ Si he cambiado…”  me preguntan

 

Me miro al espejo y veo el mismo rostro, un tanto más surcado por soles y tiempos, un marco más blanco lo rodea…

 

 “ No, no ha cambiado”  respondería el espejo.

 

Cierro los ojos y olvido escuchar al tren lejano que chifla la hora (el Rosarino pasa puntualmente a las cinco), así como dejo mudo al benteveo en la rama del  paraíso.

Me veo sin ojos y con otra mirada. No encuentro a quien fuera hace unos años, ni siquiera un par de meses.

Los que se fueron sin haber sabido su nombre para engarzarlo en el Padre Nuestro de cada noche me arrebataron la soberbia de creerme viva por propia voluntad; el dolor, el sufrimiento, el hambre, la enfermedad, me sacudieron hasta que comprendí que la diferencia es siempre obra nuestra. El aislamiento, el llanto,  la depresión, propios y ajenos, me dejaron sin habla para comprender mis adentros, y ahora que comprendo, he de salir de nuevo…porque no es buena la costumbre de encerrarnos, ni aún cuando por necesidad lo aceptamos.

El mal que nos arrastra, entubados algunos, otros sin cama, me enseñó que nadie lo sabe todo, que nadie lo puede todo, que somos ignorantes aún inmersos en la más valiente de las voluntades, que miles trabajan, sudan, luchan con dignidad y mueren sin más ostentación que una entrega silenciosa y desconocida para la mayoría, esa misma mayoría que opina y que juzga, y entonces, aprendí a ser más  tolerante, a no creer en la verdad de unos pocos o de muchos como si fuera la única y verdadera, aprendí a callar y a escuchar, aprendí a valorar, aprendí que la violencia no juzga, no castiga, no perdona, no construye…que los insultos son nada más que desahogos personales que quedan flotando en el aire, nada más. Aprendí a ser lo que muchos llamarían “baba fría”, “tibio”, “falto de compromiso”, y otras categorías…porque aprendí a no aferrarme, a practicar el desapego de todo aquello que me aleje de lo que dolorosamente aprendí. No quiero necesitar más muerte ni dolor para aprender que la vida es lo más importante, y que nadie, ninguno, ni ayer ni hoy, tienen la verdad absoluta, el saber absoluto para construir el tan deseado y conversado bien común.

“Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos…cualquiera es un ladrón, cualquiera es un señor…” dicen que fue escrito en 1934…

“ Guardense de los falsos profetas que vienen vestidos de ovejas, pero son lobos rapaces…”se lee en los evangelios según palabras de Jesus.

“ El ladrón no viene sino para matar, robar y destruir”…también nos advierte Jesús en el evangelio.


Y Buda nos enseña:   “ Lo que eres es lo que has sido. Lo que serás, es lo que haces a partir de ahora.”

 

Entonces me dí cuenta: “ Si, sí he cambiado” responderé con voz clara.