Verdes, rojos, blancos,
los colores juegan en el plato
y se detienen en mi boca,
sabores diferentes que, hermanados, me alimentan,
me llevan de viaje a otras tierras...
arados, siembras y cosechas,
manos, familias anónimas,
silencios en soles y lunas alumbrando la tierra en espera,
miradas atentas al riego y la maleza,
espaldas curvas, brazos tensos,
mates largos que andan rutas y caminos,
bolsas y cajas apilados en veredas
como ofrenda, vida y alimento.
Cada uno en mí, y yo en ellos,
engarzados en una sola palabra:
gratitud,
gratitud a las manos,
gratitud a la tierra.