martes, 22 de marzo de 2016

Demolición, n° 14

El golpe de la maza interrumpe como el silencio de una corchea las notas de la sonata de Beethoven. Cada acorde parece acompañar a la nube de polvo que asciende ante la caída de un trozo de ladrillo, de yeso, de historia.
El latido del corazón se hace parte de la orquesta. Duele.
La pintura descascarada que se derrumba llora en su agonía aquel beso escandaloso que le robó un amante a la niña de la casa, y el revoque agrietado enjuga las lágrimas del chiquillo que escapó de los gritos de su padre, hallando cobijo en aquel cuarto lejano donde las herramientas y los murciélagos hacían su morada.
Las tejas desorientadas, se arrancaron, cayendo las vestiduras de ese lugar, donde los secretos se escondían tras el velo sublime de los misterios, olvidados tras el silencio del tiempo, abrigados por telarañas sutiles, enceguecidos hoy por la luz despiadada de la desnudez.  
Tiemblan las raíces cercanas, vibra la savia que sintió la vida agitarse en ese espacio cerrado, que con cada golpe se hace polvo que viaja…sin saber adónde.
Se deshacen las huellas de los cuerpos, de aquellos olvidados bajo las tumbas.
Tras el concierto, se lleva el sol la última nota, y la maza descansa, como la tecla del piano en silencio.

Todo se calla…¿quién robó los recuerdos?

viernes, 11 de marzo de 2016

8 de marzo 2016

Me empezaron a llegar mensajes, imágenes, saludos y besos por el día de la mujer. Hice memoria, y en esa memoria honré y agradecí a las mujeres que entregaron su aliento, su sangre, su trabajo, su corazón… y celebré cada conquista, por eso coincido con quienes sostienen que hoy es un día de conmemoración, y también abrazo a quienes hoy festejan…porque si estas mujeres caminaran con nosotras hoy, estarían celebrando…Mucho dicen los textos que recibo, hermosos unos y otros, cálidos y profundos, sobre todo sinceros. Y como tengo tiempo, decidí entrar en mí, en la mujer…y no bien di los primeros pasos por mi corazón, me saltaron lágrimas, descubrí mi propia flaqueza y fragilidad, descubrí en esa fragilidad un terreno incierto, donde es capaz de crecer una alegría incomparable y echar raíces la tristeza más profunda; tanteando sombras reconocí las dudas, las que fueron, hoy son mis latidos, pero la cuna donde se mecen, nunca está vacía. Me hice silencio, y escuché el aliento. Supe entonces de la fuerza, de la lucha y del deseo; de ser hija, hermana, esposa, amiga, madre y maestra, del trabajo, del descanso y de la entrega. En lo más profundo, encontré un espejo. Allí estaba, me vi, y me reflejé en todas y en cada una de las mujeres por las cuales hoy, alzo la mirada, doy gracias y celebro. Sí, absolutamente convencida, a cada una les digo GRACIAS Y MUY FELIZ DÍA!