viernes, 10 de noviembre de 2023

Golpes, golpeadores y golpeados

 Golpes en la vida que socavan la estima y la dignidad del golpeado.

Trompadas que dejan moretones imposibles de cubrir con inútiles maquillajes...

Bofetadas que marcan la piel con las huellas ladinas del odio y la humillación...

Latigazos trazando senderos de sangre dolorosos e incurables, tiras que ciñen el poder de los déspotas...

Palabras, ocultando su daño en el interior del alma de quien se va deshaciendo a pedazos hasta una muerte deseada que se hace esperar...

Desdén continuo que borra lenta y certeramente,  imagen, vida y suspiro que cualquier aliento intente hasta desaparecer y hacerse objeto, en cualquier caso, 

Ironías, las que maltratan la inteligencia pisoteando deseos, sueños o proyectos para pulverizarlos y arrojar los despojos en una tumba aún vacía...

Golpes, golpeadores y golpeados...Sociedad injusta.

Introspección

 El egoísmo tiene un costo a pagar.

La soberbia se cobra uno a uno nuestros desplantes, nuestras faltas de amor y de empatía, nuestras intolerancias.

Nos vamos desintegrando hasta quedar en la nada que construimos con una vida hecha de fachadas, de mamarrachos de solidaridad y genialidad tan falsas como el castillo de arena dorada que se deshace bajo el oleaje quedando apenas una huella aplastada.

Caer bajo el derrumbe de tantos años llenos de un vacío, tantos deseos tan cumplidos como inútiles en el afán de alcanzar la felicidad.

Vamos descendiendo en el abismo sin esperar ni merecer compasión o perdón por las heridas que tajamos en cuerpos y almas ajenas.

Será el precio a pagar por una vida desaprovechada y egoísta.

Tal vez, desde la soledad y el dolor, nunca siquiera soñado como merecido, supliquemos benevolencia sin recibirla.

Desde la oscuridad más profunda,  se nos conceda la posibilidad de  rogar por la salud, el bienestar y la alegría de todos aquellos que han sufrido daño a causa de nuestro desamor, de nuestro desprecio y humillación, rogar  por aquellos que desatendimos y a quienes exigimos una sumisión absurda para justificar la altanería de nuestra propia miseria.