domingo, 31 de mayo de 2009

Amanece

Una luz tímida barre hasta los rincones más oscuros. Se lleva sin permiso la quietud de las angustias, la intimidad de las lágrimas y deja algún vestigio de caprichosa soledad.
Se aceptan los colores que la noche no admite, se dibujan las siluetas que aquella desconoce, se recitan los sonidos que en la noche no se versan.
Las musas se despiden y los duendes escapan; el hechizo se deshilvana, puntada a puntada.
Es la hora sin hora, la que reune al día, indeciso, con la noche que aún no dijo hasta mañana.

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