domingo, 10 de mayo de 2009

Sola en el mar

Por primera vez, ante la inutilidad de mi cuerpo agotado de patalear sin destino, tomo conciencia de esta estéril fisiología.
Hoy, podría ser sólo pulmones y corazón, para encontrarme en este patético estado, donde el arriba y el abajo pierden su objeto, donde los puntos cardinales se anillan en una eterna circunferencia de puntos indistintos e inservibles.
¿De qué sirve el marrón de mis ojos (aún si fueran verdes, celestes o grises) en este similitud de horizontes que caen sin la esperanza de toparse con obstáculo alguno?
Los oídos se emborrachan de viento y del baile monocorde de las olas, privados de mínimo tono, del sonido de una letra, y hasta de mi respiración.
No hay tiempo ( y para qué sirviera), ni distancia, ni dueño de luces o sombras, ni agua ni tierra...ni dentro ni fuera...
Soy parte de una molécula de agua, que, como tantas, se va a evaporar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

[B][I]Bravo!! Marta!
Me gusta leerte! Eres fantástica!
Un abrazo!
mOnica
[/B][/I]

Unknown dijo...

Este minitexto es bastante húmedo... Celebro la apertura, la voluntad y la fe que significan.