sábado, 4 de diciembre de 2010

Caronte

La luna esboza su silueta en el mínimo oleaje mientras el horizonte cae tras el agua oscura del anochecer.
Aparece el contorno de una forma que avanza sin velas por el mar inmenso como si buscara algo en la orilla lejana.
En el contraste de oscuridades la barca se recuesta sobre la arena, tan silenciosa como las voces de una tumba.
El barquero se acerca hasta no confundirse con las sombras.
Le pregunto su nombre, responde que no importa.
Sólo dice: “te vengo a buscar”.

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