El parpadeo de los árboles ante la brisa diminuta y la danza de las flores bajo el soplo imperceptible son los mensajes que no encuentran palabras en el abecedario.
Son las caricias sin piel, los secretos y sus respuestas infinitas.
Acallar el alma de consonantes estridentes y vocales voluptuosas es habitarla de vaivenes que nos acunan en la serenidad de los misterios y certezas.
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