martes, 1 de abril de 2014

El artista

Se acercan los concurrentes a dirigirle su atención. Habla desde unos ojos que siempre están un tanto más allá de la mirada ignorante de los invitados. Parece tan seguro de sí mismo, tan profesional, tan ilustrado en las artes que practica.
Algún sensible y sensato oyente, puede percibir sueños inconclusos detrás de las palabras. Las letras del discurso apabullan al sentimiento profundo que lo embarga y a las promesas insatisfechas. Cuenta su sonrisa el afán de conquistar al auditorio y permanecer en el podio que aparenta su posición en el recinto acostumbrado.
Suenan sonrisas mínimas y complacientes. Algunos ojos se embelesan bajo una inocente admiración, fruto de un esmerado escenario. Pasea su figura, sostenida a fuerza de quebrantos, entre  otras que parece conquistar con su andar altivo y poco estimulante.
Con ademanes eruditos y casi premeditados sus manos tocan la obra incomprendida que espera la gloria aún desconocida.
El evento va llegando a su fin.
Las luces se opacan y las palmas articulan el aplauso que quedará vacío. La última palabra se ahoga en la mueca de su boca dibujando una agonía.
Uno a uno los pasos van dejando la huella del silencio. Los lienzos se recuestan dejando que la noche les depare la gloria venidera. Las puertas de la galería se cierran. Las luces de la calle se hacen cargo del bullicio y por la puerta de atrás, una sombra se desliza. 



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