viernes, 11 de octubre de 2024

Simplemente, un día

 Las malezas crecen y el tractor no arranca; la bomba de la pileta, alardeando de su viejo cuerpo de fundición, decide morir a las puertas del verano.

Con la tanza o el disco, así la desmalezadora manual arranca en su vaivén pastos y malezas que superan la altura de una rodilla. Se van llenando carretillas de hojarasca para descargarla en los desniveles caprichosos del terreno e intentar un relleno natural.

Mientras, otras herramientas en otras manos indagan en el corazón de los motores, cambian la bujía sin resultado aparente, desmenuzan posibilidades e insisten en develar el enigma. El tractor tiene que arrancar.

Y así como cada generación va dando paso a la siguiente, se ubica la bomba nueva, de moderno material, lozana frente al cuerpo exangüe de su predecesora.

Así transcurre el día.

Un vaso de vino y una cena rápida cierran la noche con la certeza de un día nuevo que se avecina dándole cara a los desafíos, para seguir andando, para seguir viviendo.


10 octubre 2024

Sanando

 Mis ojos lloran sin cesar, nada es claro, la mente quieta y el corazón mudo. Aún así sigo derramando lágrimas que la brisa intenta secar.

La tarde trajo música y la música, movimiento. Entre ellos, viejas palabras provocaron un nuevo llanto, ahora, agua pura de emoción, sana en la conciencia y bálsamo en la gratitud.


08 octubre 2024

miércoles, 2 de octubre de 2024

Lugares

 Exactamente hace una semana dejé el amanecer en tus ventanas, el parque verdeando y los frutales abriéndose a la primavera. Falta una semana más para acompañar tu atardecer, acariciar las hojas, recoger las piñas y asombrarme en los frutos creciendo. Puedo extrañar tu voz susurrando entre los eucaliptos o tu horizonte donde estirar la mirada, la tierra donde Dios me abraza.

Aquí, el jardín es verde, majestuoso el aguaribay y el aroma de los jazmines te recibe a la entrada de la casa,  el césped no se niega a un pedazo de cielo apenas interrumpido por ventanas ajenas y los rosales exultantes de pimpollos que se van desperezando cada madrugada se unen a los malvones rojos, las lavandas y el romero. Aquí, Dios habla.

Saladillo, Belgrano, cada uno a su manera, sacude con fuerza mis entrañas, para que mi corazón, bendecido, ore y agradezca.


01 Octubre 2024