Es la hora en que los colores van recuperando su identidad después de enredar entre sus sombras a todos los seres, hasta los más indefensos. Y en este amanecer, el dolor partió su vientre por primera vez.
Fue ese frío sol de junio que apenas daba señales de su presencia quien sopló luz sobre aquellos ojos acostumbrados a la oscuridad, iluminando el nombre con timidez.
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