domingo, 12 de abril de 2020

2020 - Año de la pandemia

Y el estupor nos llegó a principios de marzo...cuando aun nos parecía lejano. De pronto la palabra se hizo noticiero y el silencio obligado nos habló de nuestra propia miseria.
El tedio se adueñó de toda pantalla y la convivencia se recostó insulsa.
Las manos saludan en los balcones al heroísmo de unos pocos ( o muchos), de aquellos en cuyas manos pueden caer nuestras vidas, unos y otros con sus ropas blancas, verdes, azules, fosforescentes y sus gorros, esos que seguimos sin ver a pesar de que siguen estando, hoy, como antes.
De los números nos aterran los muertos, la fragilidad de las arrugas, la pobreza, y al fin entendemos la marginalidad y la progresión geométrica.
Tras el desfile de ataúdes se disputan los culpables, y entre las pérdidas ante la devastación, zozobra nuestra vida como nunca antes; las certezas dejan de serlo y el pavor derrumba estructuras, dentro y fuera de cada ser que aún respira.

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