sábado, 3 de julio de 2010

Carne negada de cielo

Susana sueña frente a la imagen sinuosa de su desenfado. De nada sirvieron las mil sensaciones salpicadas en sutiles noches de arrebato sensual y sostenido. El abismo de su vientre acuna años de encierro dormido, clausurado a millones de huéspedes fortuitos y desafortunados.
Ella sabe de su silencio y su deseo. Sospecha de la suciedad de su suelo. De su íntima tierra violada en su infancia por Santiago Sosa, el sabueso ávido de virginidades involuntarias, el encargado de cuidar el mutismo de mínimas historias prisioneras bajo lápidas pálidas .
Susana se asoma cincuentenaria al desolado porvenir vacío de cielo, ausente de mañanas suaves cobijando cunas de terciopelo y tules frágiles.
Llora la sangre que aquel le ha robado, manchando sus senos, sembrando en su oquedad quimeras cautivas que viajan en noches sin llanto y en pechos vacíos.
Susana se alisa el cabello . Se recuesta en el camastro sobre el que saltaron señores y jovenzuelos aplastando su carne, saboreando su sueño.
Se desliza sumisa bajo la sábana.
En la mañana fría, Santiago Sosa, ávido sabueso sabedor de su oficio, encierra las ilusiones de Susana bajo el centenario cemento del cementerio.

1 comentario:

danieldadante dijo...

¡Qué bien escrito! Concreto,imágenes contundentes, atmósfera clara, clima preciso.
Excelente producción. Te felicito Marta, es un placer leerte.