viernes, 16 de julio de 2010

La palabra

La miré sorprendida, como si la sorpresa fuera ella, pero fue su palabra. Una palabra insignificante: “entonces”.
Ella la pronunció abrazada entre signos de pregunta, tan invisibles como contundentes.
Entonces, el término que por sí solo carece de sentido lógico, cobró la lógica de la consecuencia, de la conclusión cayendo, inexorable, desde un razonamiento, aquel por el que ella me condujo con la astucia del profesional.
-¿Entonces? – repitió mirándome a los ojos.
En ese momento el reloj marcó el fin de la sesión.
Ella se levantó y con una sonrisa me invitó a hacer lo mismo para ir juntas hacia la puerta. Palmeó mi hombro y se despidió en la penumbra frente al ascensor.
“¿Entonces…?” me repetía internamente como apurando la respuesta que me negaba a decir, a pronunciar, porque la rechazo y me define.
¿Entonces?, entonces…soy adicta.
Y sólo entonces, lloré.

1 comentario:

danieldadante dijo...

Marta, admiro sinceramente tu poder de síntesis. Unas líneas que describen una mínima situación, pero detrás de eso hay una historia que se intuye difícil, compleja, dolorosa. Excelente