martes, 29 de octubre de 2013

El patio de la casa

Las glicinas desaparecían perfumando el aire
y la nostalgia de la casa de los abuelos.
Si ella estuviera con su vestido claro y su delantal oscuro,
cada uno de nosotros se llevaría entre las manos un ramo fresco
para retener el recuerdo del domingo compartido.
Si sus dedos se enredaran como siempre en la tierra,
dibujando surcos según el capricho de la artrosis,
y sus labios hablaran los secretos que solo ella y las flores escribían,
el patio no se hubiera muerto en el fondo de la casa
y en la trastienda de nuestra memoria.
Si ella extendiera el mantel a cuadros sobre la mesa bajo la parra,
las voces no hubieran sido sepultadas en el fondo de nuestro silencio.
El sol ya no viene a reflejarse en sus ojos
cuando la tarde recoge migas para las calandrias.
El patio se oscureció en el fondo de la casa.
El patio del fondo se me vino al alma.







1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy emotivo y nostálgico. Me gustó mucho. Héctor.