domingo, 5 de octubre de 2008

Cuento: La llegada del tren

La llegada del tren


Miguel esperaba con ojos cansados sentado en el banco del andén. Mientras veía pasar un montón de trenes retenía con fuerza y esperanza las palabras de su madre.
Antes de partir, con su último aliento, le había dicho: “Miguel, el camino a la felicidad pasa por única vez como un tren, sólo hay que estar atento y saber cual elegimos.”
Desde ese entonces, Miguel recorrió un sinfín de estaciones. No quería perder la oportunidad.
Veía con sorpresa correr a tanta gente subiendo a vagones de cientos de formaciones que pasaban una y otra vez durante el día y la noche. El estaba atento a los destinos. Tenía la plena seguridad de que ninguno llevaba el cartel esperado.
Después de largas jornadas de desvelo, el sueño lo tumbó en el banco. Acurrucado bajo su campera de jean, sintió que unos brazos lo alzaban. El hambre y el agotamiento impidieron despertarlo. Entre sueños percibió que lo movían. El calor de un banco diferente lo acarició y se distendió. Dormía tranquilo y cobijado, arrullado por el vaivén del vagón que recorría tierras para él desconocidas. Soñó que por fin había llegado el tren de sus sueños.
Al despertar, se encontró con los ojos de su madre. ¿Había elegido bien?

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