sábado, 25 de octubre de 2008

Cuento: Mañana

La miseria labra hambre en las entrañas de sus hijos. El caldo vacío cuelga lánguido en el caldero de un invierno demasiado largo… y frío.
Las noches de llanto sólo callan cuando una mano casi tibia acaricia la piel macilenta.
Las mañanas vomitan rutina deambulando entre cartones y basura. Cientos de músculos tan jóvenes como inútiles pierden en cada paso sin destino un poco de fuerza y otro tanto de fibra.
Tardes enteras recorre estaciones cantando baratijas, despidiendo a un tren blanco que huye asustado ante el fantasma de otro, el bala.
Y vuelve a los vientres flacos con los ojos cada vez más hundidos. La noche llora, la luna aclara, y el bullicio impertinente de la ciudad, como siempre, calla.
El, duerme con sus manos vacías sobre las cunas de hambre, donde, tal vez, apoyará el pan que saldrá a buscar nuevamente mañana.

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