miércoles, 21 de septiembre de 2011

La ilusa

Me senté en el banco de la plaza tiritando bajo el sol tibio de un atardecer de invierno.

La tristeza y la rabia, conjugadas en llanto, humedecieron la bufanda tejida por la miseria. No encontré coraje en mi espíritu agotado.

Debí haber gritado, sacudido su inercia, atacar su soberbia, pero las palabras me esquivaron ahogadas por el estupor y la vergüenza.

El me expulsó como se echan a las ratas. Y había dicho amarme. Yo, nunca lo hice. Pagué con mi piel sus deudas, serví con mis noches sus vicios y mi hambre sació la suya.

Pero él, había dicho amarme.

No hay comentarios: