miércoles, 21 de septiembre de 2011

La niña

La luna, solapada, observa por entre los cuerpos tormentosos a la niña que tantas noches le hablara.

El muelle sostiene sin esfuerzo la silueta mínima que había huido de la casa en busca de consuelo y de silencio.

Con la cabeza caída, pronuncia uno a uno los dolores pintados en el cuerpo; títeres negros descansando en sus hombros, rodilla de súplica morada y un labio partido por la sangre de la vergüenza.

El río grita su furia y el viento, cómplice, se compadece.

Cae la niña y el agua, sinuosa, acaricia y lava cada herida. Ella encuentra el silencio allí en la oscuridad que le ilumina el rostro, y sonríe.

No hay comentarios: