Nadie puede.
Nunca se pudo. No puedo salir de mí. Y aún si logro cambiar algo, no dejo de
ser yo. Quise cortar mis manos, mis pies, olvidar mis piernas y hasta
desenroscar mi cabeza…mudar de piel, y andar otro suelo donde marcar huella.
Intenté todo, aún lo impensado, incluyendo disparates que algún novelista insano
pudiera haber imaginado en el más fantástico de sus relatos. Y aquí estoy, sin
cambios, soy yo, y nunca dejaré de serlo.
Ni aun la muerte
me borra. Porque he muerto, no una, sino cientos de veces, con más o menos
deudos que me lloren, una y otra vez, y sigo así, yo, con este ser que no huye
a pesar de mis intentos. Cómo deshacerme de mí si esta mísera palabra me
pertenece, me nombra, me dice, me atrapa y me encierra. Sólo a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario