jueves, 16 de mayo de 2013

De un viaje...


De repente fui tan mínima. Toqué mis manos y las sentí como siempre. Mi barrio no se distinguía, la ciudad era un dibujo, luego un croquis, tal vez se hizo punto y desapareció. ¿Podía estar allá en la nada la perra ladrando a los insectos? Qué ridículos se vieron los metros, y cuan minúscula era la tierra de mis sueños. ¿Tan pequeña es mi ilusión, tan poco abarca la vida?
Y en los brazos de lo nimio atravesé una línea. Todo es blanco. Todo es cielo. El sol no encuentra refugio. Me tienta la suavidad de las curvas. Si parece que la recta ha fallecido. La luz corre libre, nos abarca, nos dice sin disimulo. Observo por el rabillo hacia mi derecha. El hombre duerme. Giro la cabeza y en la izquierda me sumerjo. Percibo paz. ¡Será éste el paraíso?

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