Las hojas
recogen
la madrugada
tibia entre sus nervios,
y traslúcidas se
hacen cómplices
de un sol que
por ahora se adivina.
Detrás, el azul
se agrisa
como el óleo en
la paleta de un artista.
Y se deja hacer,
mientras el
viento agita el aroma de las flores vírgenes.
Pero nada es sin
el canto memorioso.
Entre el
misterio de las ramas nace una melodía.
El silencio se
aparta
Y así me
reconozco viva,
entre tus brazos
y tu aliento,
aun dormido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario